23 octubre,2024
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“AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO”

DOMINGO 30 DURANTE EL AÑO

Mensaje del libro del Éxodo 22,21-27.

La primera lectura es una reflexión sobre el amor que se debe tener al prójimo en relación al amor a Dios.

Dios se presenta como el protector de los desvalidos frente a aquellos que los oprimen, porque es un Dios misericordioso que hace suya la causa de los oprimidos y reacciona duramente contra los que abusan de ellos. Es Dios quien nos pide tener entrañas de misericordia con los más pobres.

En el monte Sinaí se realiza el encuentro de Dios con el pueblo, donde se sella la Alianza que ratifica la unión del Señor con Israel. De ella provienen una serie de compromisos que el pueblo debe cumplir, los capítulos 20 al 23 nos presentan las responsabilidades adquiridas por el pueblo así: el Decálogo (20. 1-17); el Código de la Alianza (20, 22-23, 9) del cual hace parte el texto que leemos.  

Podemos dividir el texto en dos partes. La primera parte que hace referencia a los extranjeros, las viudas y los huérfanos.

El extranjero es quien ha dejado su país por razones políticas, económicas o de otra índole y decide establecerse en otro país. De ordinario son personas pobres que no tienen propiedades, que sobrevive por su propio esfuerzo. Necesitan con urgencia protección jurídica, porque la intensión de aprovecharse de ellos es patente.

Israel sabe qué significa ser forastero en Egipto (Ex 23, 9), En Ex 22,20 se fundamenta la conducta que se debe tener frente a los extranjeros recordando la situación de esclavitud que había vivido en Egipto, donde fueron extranjeros (cf. Éx 23,9; Lev 19,34; Dt 24,17.22). Israel debe recordar lo vivido en este país y cómo fueron oprimidos por los egipcios. Por eso, no debe ahora oprimir a quienes no pertenecen a su pueblo. Más aún, se pide a los israelitas a considerar y amar a los extranjeros como si fueran de su propio pueblo: “Cuando un emigrante se establezca entre ustedes en su país, no lo opriman. Será para ustedes como uno de sus compatriotas: lo amarás como a ti mismo, porque ustedes fueron emigrantes en Egipto. Yo soy el Señor, su Dios” (Lv 19,33-34; cf. Dt 10,19).

Como los extranjeros, también las viudas y los huérfanos se cuentan entre las personas más pobres y desvalidas. La viudez es la condición de una mujer que, al perder a su esposo se ve completamente abandonada en una situación de plena dependencia tanto social como económica. No disfruta de los derechos de las mujeres casadas (cf. Lv 21,14). También los huérfanos carecían de los recursos necesarios para la vida y eran excluidos de la sociedad. Los huérfanos y las viudas, que quedaban desamparados sin que nadie les protegiera, estaban a merced de los que se aprovechaban de su desgracia. Pero Dios escucha su clamor, como escuchó el grito del pueblo oprimido en Egipto y acudirá en su ayuda

Textos paralelos

Dt 10,18s; 24,17s; 27,19; Sal 46,9; Is 1,17; Lev 25,35-37; Dt 23,20s; Ecl 10,20; Hch 23,5;  Lev 11,44; Dt 14,21.

Mensaje de la primera carta a los Tesalonicenses 1,5c-10.

Es digno de mención, como la comunidad de cristiana de Tesalónica asumió la Buena Nueva anunciada por san Pablo. Se han constituido en ejemplo de fe para Macedonia y Acaya. Es más, en toda Grecia se habla del entusiasmo de esta comunidad, tanto que puede gloriarse de ellos y presentarlos como modelo a otras Comunidades (8-9). Pablo, que predicó el Evangelio en Tesalónica entre muchas dificultades (cf. Hch 17-18), se goza al ver cómo se multiplican y se vigorizan las nuevas comunidades.

El Apóstol resalta que la comunidad haya seguido su ejemplo: “Y ustedes, por su parte, siguieron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo el mensaje con el gozo del Espíritu Santo en medio de graves dificultades” (v. 6). Que afrontaron toda forma de sufrimientos y humillaciones al aceptar la fe de Cristo, por que dejaron sus antiguas creencias: “Ellos mismos, cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo, dejando los ídolos, se convirtieron a Dios para servir al Dios vivo y verdadero” (v. 9). Los cristianos de esta comunidad consideraban una gracia poder sufrir por Cristo: “Porque a ustedes se les ha concedido la gracia, no sólo de creer en Cristo, sino de padecer por Él” (Flp 1,29). El Espíritu Santo inundaba de gozo espiritual los corazones generosos de los valientes convertidos.

Otro aspecto que destaca a la comunidad cristiana de Tesalónica, es la esperanza en la Parusía de Cristo (v. 10). Ellos la esperaban con gozo y expectativa. Ya que la Parusía significaba la glorificación plena de Cristo y de los cristianos: “Cuando se manifieste Cristo, que es vida de ustedes, entonces también ustedes aparecerán con él, llenos de gloria” (Col 3, 4). En este sentido la Parusía se entiende como: la redención y liberación plena y definitiva (v. 10).

Textos paralelos

1 Cor 2,4; 1 Tes 2,13; Mt 13,20s; Hch 17,1-9; Rom 14,17; Gál 5,22; 2 Tes 3,7; 8: Rom 1,8;  9: Hch 3,19; 14,15; Mt 3,7; Rom 1,18; 2,5s.

Mensaje del Evangelio según San Mateo 22,34-40.

En el Evangelio, un doctor de la ley se acerca a Jesús para preguntarle y ponerle a prueba sobre cuál es el mandamiento más importante; ya que existían 613 reglas, de las cuales 365 eran prohibiciones y 248 son las que se debían practicar con rigurosidad. En el texto paralelo del Evangelio de san Marcos, el que pregunta a Jesús es también un escriba que busca la verdad y que según el Señor este: «no está lejos del Reino de Dios» (Mc 12, 34). En san Lucas 10, 25, como en el Evangelio que leemos, el que interroga lo hace con el ánimo de tentarle (cf. Mt 16, 1; 19, 3), es el representante de un grupo de fariseos y aparece en escena después que Jesús había tapado la boca de los saduceos.

La respuesta de Jesús tiene dos momentos:

• En la primera, el Señor hace referencia al shema Israel (“Escucha, Israel”, Dt 6,4ss.), que era la oración cotidiana de los judíos, y que pone el amor a Dios como el primer mandamiento de todos. Es lo principal, es lo que sostiene toda la vida del creyente, y es Dios quien nos ha revelado en su Hijo que nos muestra su rostro misericordioso. Por ello el amor que se debe tener a Dios es tres veces mencionado: “con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mt 22,37). En todo caso amar a Dios significa escucharlo, es confiar plenamente en su Palabra, con todo nuestro ser.

• En el segundo momento, hace mención al amor que se debe tener al prójimo, condición que es indispensable e inseparable del primero (Lv 19,18). Es decir, que observar el primer mandamiento depende de cómo se viva el segundo, el amor al prójimo. Así Jesús introduce una gran novedad en el concepto del prójimo que supera toda forma de separación entre personas, pues prójimo no es sólo el que pertenece a la familia, el pariente o el amigo, como se creía, sino también es el extranjero, el que pertenece a otra cultura, incluso el enemigo (cf Mt 5,43-48)  

Jesús concluye afirmando que: “En estos dos mandamientos se basa toda la Ley y los profetas” (v. 40). De esta forma une el cumplimiento de la voluntad de Dios y el amor que debe se debe expresar en actos de servicio al prójimo. De hecho, la obra de Salvación de Jesús se lleva a cabo por profundo amor que tiene a la humanidad, y por obediencia al Padre (cf. Mt 20, 28).

Textos paralelos

Mc 12,28-31; Lc 10,25-28; Jn 13,34s; Dt 6,5; Lev 19,18.34; Rom 13,8-10.

Por: Javier Silva Aparicio

Responsable de la Sección de Animación Bíblica

Área de Evangelización – CEB

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