PRIMERA LECTURA: Sb 7,7-11. Tuve por nada las riquezas en comparación con la Sabiduría.
El texto hace referencia implícita a 1Reyes 3,1-15: Salomón, el joven rey, en Gabaón pide a Dios la Sabiduría y no riquezas o poder; por ello, Dios se lo da todo junto. El autor sagrado da un paso más: no sólo es preferida al poder y a las riquezas, sino a la misma salud. Con ello se marca la radicalidad en la búsqueda de la voluntad de Dios, expresada en la Sabiduría.
SEGUNDA LECTURA: Hb 4,12-13. La Palabra de Dios discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Este texto breve es una profunda explicación de la eficacia de la Palabra de Dios. Ella llega al fondo del corazón humano; crea una crisis. La Palabra revela nuestras mentiras y males, e impele a una decisión. Tanto si es aceptada o rechazada, el ser humano no permanecerá igual. Es esta Palabra que, domingo tras domingo, llega a nosotros para discernir e interpelar nuestra fidelidad a la vocación cristiana.
EVANGELIO: Mc 10,17-30. Vende lo que tienes y sígueme.
El Evangelio se concentra en la radicalidad del seguimiento de Jesús. En este entendido se sitúa el relato del joven rico en el que se marcan estas partes: a) El joven está sinceramente preocupado por los valores esenciales: la herencia de vida eterna. Le pregunta a Jesús la manera de vivir de acuerdo con ellos (10,17- 18); b) El joven ya llevaba una vida honesta, de acuerdo a la ética que prescribía la Ley: «Maestro, todo esto lo he cumplido desde mi juventud.» ΕΙ joven buscaba algo más (10,19-20); c) Jesús admira al joven, le agrada su sed por valores más altos. Entonces, le invita a seguirle de una manera más radical. En este seguimiento, el joven alcanzará los valores verdaderos y permanentes, relativizando los demás (10,21); d) Su apego a la riqueza material impide al joven seguir a Jesús y participar en los valores eternos del Reino (10,22); e) Jesús aprovecha este episodio para hablar a sus discípulos del peligro de las riquezas. La dificultad de entrar un rico en el Reino es acentuada por la comparación del camello y del ojo de una aguja. Se trata de una hipérbole (exageración) en que se toma el agujero más pequeño y el animal más grade (10,23-30). En realidad, la verdadera pobreza del rico no es «no tener nada», sino NO solidarizarse con los pobres y particularmente con aquellos que no pueden organizarse, defenderse y liberarse. De pronto, – el apóstol Pedro, portavoz del grupo, afirma que él y los demás han dejado todo para seguirlo, Jesús profundiza su invitación enumerando las personas y los bienes, ofreciéndoles cien veces más de lo que han dejado más la vida eterna (10,28-30).
Preguntas de reflexión
¿Cuáles son los valores que conducen mi vida?
¿Amo a Jesús más que a mis riquezas?
¿Comparto lo que poseo con los más necesitados? ¿Por qué?
Hoja Dominical «Día del Señor»