El 8 de diciembre nuestra Iglesia tiene presente la solemnidad de la Inmaculada Concepción. La virgen María expresó su consentimiento a la realización de la obra salvadora de Dios en Jesús. En la que su “Si” fue esencialmente un acto de fe (Lc 1,45). Es por ello que la Virgen María es, antes que nada, figura de la fe, como también el modelo de fe de los discípulos.
María se puso en manos de Dios, pero tuvo que aprender gradualmente que los pensamientos y los caminos de Dios no son los de los hombres. Por eso, lo guarda en su corazón para meditarlo delante de Dios (Lc 2,50).
“María, Madre Inmaculada enséñanos a vivir iluminados por la fe durante nuestra vida”
Hoja Dominical «Día del Señor»