Lecturas de Hoy: Col 2,6-15; Sal 144,1-2.8-11; Lc 6,12-19; o Lc 1,39-47
“El nombre de la virgen era María” (Lc 1, 27)
Contra lo que alguno podría pensar, no se trata de un asunto trivial; no, en lo absoluto. Es cierto que el nombre de María hace recordar al de la primera mujer, Eva, pero lo hace por contraste: a diferencia de Eva, quien pecó apartándose de Dios y condenando a sus hijos, María fue hecha puerta del cielo y mediadora de las gracias.
“María”, en consecuencia, es el nombre que evoca la obra de la salvación. Quien pronuncia con amor esa sencilla palabra, “María”, sabe que en Ella está contenido el gran misterio del amor de Dios por sus creaturas.
Bendito el fruto de tu vientre, bendita tú entre las mujeres
El nombre de María, asociado al de Jesús, aglutina todo bien, y de sólo pronunciarse, los temores se dispersan. Por María ha entrado la salvación al mundo y así la mujer es devuelta con creces al sitial que le corresponde: el lugar más alto sobre el cielo y la tierra.
Con prodigiosa sencillez, el Espíritu Santo, a través de San Lucas, expresa tamaña verdad para gozo y veneración de todo cristiano: “El nombre de la virgen era María” (Lc 1, 27).
Con información de Aciprensa