6 octubre,2024
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Domingo 11 Durante el Año: REFLEXIÓN DOMINICAL EN CLAVE ECOLÓGICA – Ciclo B

En el marco de la reflexión dominical en clave ecológica, es vital que nos dejemos inspirar y animar a cuidar la Creación, nuestra casa común, donde las Escrituras nos ofrecen una profunda conexión entre la fe y la responsabilidad ecológica, recordándonos que cada acción que tomemos para proteger y preservar el medio ambiente es una forma de enaltecer a Dios y su maravillosa obra. A través de las enseñanzas bíblicas de Ezequiel, los Salmos, las cartas de san Pablo y los Evangelios, vemos reflejada la belleza y la interdependencia de la Creación, así como la justicia y la renovación que Dios nos invita a promover, Temas urgentes que la profundizamos en las lecturas ofrecidas para este domingo undécimo:

PRIMERA LECTURA

En la lectura de la profecía de Ezequiel 17, 22-24, el Señor, promete plantar un brote de un gran cedro en una montaña elevada, convirtiéndolo en un magnífico árbol que proporcionará refugio y sombra a pájaros de todas clases. Este acto divino simboliza la intervención de Dios en la naturaleza, destacando la importancia de proteger y nutrir la vida en todas sus formas. El árbol, con sus ramas y frutos, representa la biodiversidad y la interconexión de todas las criaturas. Al cuidar de la Creación, estamos colaborando con la obra de Dios, promoviendo un ambiente en el que todas las especies puedan prosperar y vivir en armonía.

Este pasaje también subraya la justicia y la transformación que Dios trae a la Creación. Dios humilla al árbol elevado y exalta al árbol humillado, haciendo secar el árbol verde y reverdecer al árbol seco, llamándonos a reconocer y rectificar los desequilibrios en nuestro entorno, promoviendo la justicia ecológica y social. Al cuidar de los árboles y de la naturaleza, estamos participando en la renovación y restauración de la Creación, siguiendo el ejemplo de Dios que trae vida y esperanza a lo que estaba marchito.

SALMO RESPONSORIAL

El Salmo 91, 2-3. 13-16 nos invita a reflexionar sobre la bondad de Dios y su obra maravillosa en la Creación, destacando la importancia de cuidar nuestra casa común. Al proclamar “Es bueno darte gracias, Señor”, reconocemos que todo lo que tenemos y disfrutamos proviene de Dios. La naturaleza, en su esplendor, es un reflejo del amor y la fidelidad de Dios, que debemos honrar y proteger. Este salmo nos recuerda que el justo florece como la palmera y crece como los cedros del Líbano, sugiriendo que nuestra conexión con Dios y nuestra justicia se manifiestan en el cuidado y la preservación de la naturaleza. Al custodiar de las plantas, los árboles y el medio ambiente, estamos respondiendo a la llamada divina de ser buenos cuidadores de la Creación, asegurando que todo ser vivo pueda prosperar y cumplir el propósito que Dios le ha dado. En cada acción que tomemos para proteger el medio ambiente, recordemos siempre que es bueno darle gracias, honrando a Dios a través de nuestro respeto y cuidado por su maravillosa obra.

SEGUNDA LECTURA

La lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 5, 6-10 nos invita a reflexionar sobre nuestra vida en el cuerpo y nuestra relación con el Señor, recordándonos que, aunque habitamos en este cuerpo y vivimos en el exilio, caminamos en la fe y buscamos agradar a Dios en todas nuestras acciones, en esta perspectiva nos motiva a ver nuestro cuidado del medio ambiente como una expresión de nuestra fe y deseo de agradar a Dios. Al cuidar de la Creación, estamos respondiendo al llamado de Dios a ser responsables de los dones que Él nos ha confiado. La naturaleza, en su belleza y complejidad, es un reflejo del amor y la grandeza de Dios, y nuestra tarea es preservarla y protegerla para las generaciones futuras.

Además, el Apóstol san Pablo nos recuerda que todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo y recibir según nuestras obras. Este recordatorio nos insta a actuar con responsabilidad y justicia, no solo en nuestras relaciones con los demás, sino también en nuestra relación con la naturaleza. Las obras buenas incluyen acciones que promuevan la sostenibilidad, la justicia ecológica y el bienestar de toda la Creación. Al vivir de acuerdo con estos principios, no solo agradamos a Dios, sino que también contribuimos al bienestar de nuestra comunidad y del planeta. En definitiva, sea que vivamos en este cuerpo o fuera de él, nuestro deseo de agradar a Dios debe manifestarse en un compromiso activo y constante por cuidar y preservar la Creación.

EVANGELIO

El Evangelio según san Marcos 4, 26-34, Jesús compara el Reino de Dios con un hombre que siembra una semilla en la tierra, la cual germina y crece de manera misteriosa e inevitable. Esta parábola nos enseña sobre la responsable entre el ser humano y la naturaleza. Aunque el hombre siembra la semilla, es la tierra la que, por sí misma, produce el crecimiento. Esto nos recuerda la importancia de respetar y cuidar los procesos naturales que Dios ha establecido en la Creación. Al sembrar y cuidar la tierra con amor y responsabilidad, colaboramos con Dios en la obra de la Creación, reconociendo que somos co-cultivadores de este mundo maravilloso.

Así también, compara el Reino de Dios con un grano de mostaza, la más pequeña de todas las semillas que, una vez sembrada, crece y se convierte en la más grande de las hortalizas, proporcionando refugio a los pájaros del cielo. Esta imagen nos invita a reflexionar sobre la potencialidad y el impacto de nuestras pequeñas acciones ecológicas. A pesar de que nuestras acciones individuales para cuidar la Creación puedan parecer insignificantes, como el grano de mostaza, tienen el potencial de crecer y generar un impacto significativo. Al plantar árboles, reducir nuestra huella de carbono, reciclar y promover la biodiversidad, contribuimos a la creación de un entorno donde la vida puede florecer y prosperar, todo esto nos inspira actuar con esperanza y perseverancia, sabiendo que cada pequeño gesto cuenta y puede hacer una gran diferencia en el cuidado de nuestra casa común, al hacerlo, proclamamos el Reino de Dios no solo con palabras, sino con acciones concretas que reflejan nuestro amor y respeto por la Creación.

A MODO DE CIERRE

En esta reflexión dominical en clave ecológica, somos llamados a renovar nuestro compromiso con el cuidado de la Creación, con las lecturas que nos inspiran a ver nuestro entorno natural como una manifestación del amor y la grandeza de Dios. Desde la promesa en Ezequiel de plantar un brote de cedro que proporcionará refugio, hasta el Salmo que celebra la bondad del Señor reflejada en la naturaleza, pasando por la exhortación de san Pablo para actuar con responsabilidad, y la parábola de Jesús sobre el grano de mostaza en el Evangelio, se nos invita a reconocer y proteger la biodiversidad y la interconexión de todas las criaturas. Como nos recuerda el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si’: “La naturaleza es un espléndido libro en el que Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura” (LS 12). Al cuidar de nuestra casa común, no solo honramos a Dios, sino que también aseguramos un futuro sostenible para todas las generaciones.

Por E. Marcial Riveros Tito

#Rumbo a los 10 años de la Encíclica Laudato Si´

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