2 noviembre,2024
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“EL HIJO DEL HOMBRE, ES SEÑOR DEL SABADO”

DOMINGO 9 DURANTE EL AÑO

Mensaje del libro del Deuteronomio 5, 12-15

El texto establece el descanso para todos los grupos sociales de ese momento: desde el jefe de familia hasta el extranjero que habita esa casa. En este sentido podemos decir que reproduce la prescripción ya conocida en el Código de la Alianza. El texto sitúa esta reforma social del sábado bajo la perspectiva religiosa: “Acuérdate que tú has sido esclavo en Egipto y Dios te libro de la esclavitud; has lo mismo con tus propios esclavos, liberándolos un día a la semana”. Asistimos así a una relectura de la prescripción legal del descanso a la luz de la experiencia de la caminata por el desierto, se libera a los esclavos para proclamar la liberación del pueblo de la esclavitud de Egipto. Desde el momento del descanso cobra una densidad nueva, ya no es solamente una interrupción del trabajo, sino que se convierte en un rito por el que se manifiesta la experiencia de la liberación de Egipto.

El Deuteronomio une el sábado al acontecimiento de la liberación de Egipto que en definitiva se preocupa de hacer que el pueblo viva los acontecimiento principales de su historia de salvación. 

Mensaje de la 2da carta a los Corintios 4, 6-11

El apóstol afirma que todos llevamos un tesoro, la luz que el Señor nos ha dado y que la llevamos en vasijas de barro. En todo caso el discípulo no es más que un mensajero del Resucitado, como tal si ha de considerar testigo verdadero debe llevar en sí mismo la huella de la vida de Jesús, es decir que el predicador debe llevar en su vida el testimonio de la kenosis de Cristo y su paso por la pasión y muerte en cruz. Por eso san Pablo puede decir a los hermanos de Corinto: “Ustedes la Iglesia de Corinto, nadan en abundancia, piensan que ya viven en el reino y en Espíritu; yo estoy anegado en la debilidad y en la pobreza, pero con la pasión de Cristo yo les comunico vida”.

Mensaje del Evangelio de san Marcos 2, 23- 3, 6

El Evangelio afirma que en tiempos de Jesús guardar el sábado se llegó a considerar como el mandamiento más importante de todos: el que lo cumplía podía considerar que había cumplido lo fundamental de la ley. Pero el que no lo cumplía podía ser condenado a muerte (cf. Nm 15,32-36). Los fariseos, tomando en cuenta las prohibiciones del Antiguo Testamento, habían elaborado largas listas de trabajos que no se podían realizar en sábado: caminar un cierto número de pasos, curar a enfermos si no había peligro de muerte, cosechar (para ellos, arrancar unas cuantas espigas al pasar por un trigal era igual que la siega).

Los fariseos, celosos guardianes de «su» religión, echaron en cara a Jesús que no corrigiera a sus discípulos por tan grave pecado: «¿Cómo hacen en sábado lo que no está permitido?» La respuesta de Jesús es doble: primero les dice que no es la primera vez que alguien viola una ley. Y cita un episodio en el que David, el rey más venerado de toda la historia de Israel, hizo algo que estaba prohibido en la ley: «Tuvo necesidad y sintió hambre…, entró en la casa de Dios… y comió los panes de la ofrenda, que no está permitido comer más que a los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros» (1 Sm 21,1-7; véase Lv 24,5-9), y nadie le reprochaba la transgresión.

Pero, además, añade Jesús, la ley no se hizo en contra del hombre, sino en su favor; su objetivo no es esclavizar al hombre, sino de posibilitar su convivencia en libertad. Así Jesús critico de palabra y de obra la legislación sabática, volvió a las fuentes y les recordó el sentido del sábado como día de participación en el descanso de Dios. Y es en día sábado que realizó grandes signos declarándolo como día de reposos y no de cargas, un día de liberación o de curación, como lo hizo con el hombre con la mano atrofiada.

Los fariseos estaban al acecho para ver si lo curaba en sábado y presentar acusación contra él. Jesús invita a aquel hombre a ponerse en medio y dirige una pregunta a los fariseos: «¿Qué está permitido en sábado: hacer bien o hacer daño, salvar una vida o matar?» No debieron entender la pregunta, por eso «guardaron silencio» y se pusieron de acuerdo con los herodianos para matarlo.  

Colaborador: Javier Silva

Sección Animación Bíblica de la Pastoral

Área de Evangelización – CEB

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