«Sin la presencia de nuestro divino Maestro en mi pobre capilla, jamás habría podido mantener unida mi suerte a la de los leprosos de Molokai» (P. Damián de Veuster).
¿Quién es?
San Damián de Molokai (Jozef van Veuster) nació en 1840, Tremelo, Bélgica, y en 1859 ingresó a la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María (SS.CC).
¿Qué es Molokai y la lepra?
Por aquellos días, para frenar la propagación de la lepra, el Gobierno de Hawai decidió deportar a Molokai, una isla cercana en la península de Kalaupapa, a cuantos estuviesen afectados por la enfermedad de la lepra, entonces incurable.
¿Cómo respondió Damián?
Damián a sus 33 años, se ofrece como voluntario para permanecer en la colonia de enfermos de lepra. Damián concebía su presencia en medio de los leprosos como la de un padre entre sus hijos. Acabó enfermo con lepra, y con plena confianza en Dios, declaró en esos momentos: «Estoy feliz y contento, y si me dieran a escoger la salida de este lugar a cambio de la salud, respondería sin dudarlo: Me quedo con mis leprosos toda mi vida».
¿Cuándo murió?
Recibió la noticia de su enfermedad en 1885 y murió el 15 de abril de 1889. Impresionó profundamente a sus contemporáneos, cualquiera que fuese su confesión religiosa. Desde su fallecimiento, fue considerado como un modelo y un héroe de la caridad.
La lepra fue durante mucho tiempo la más terrible enfermedad. En los evangelios se habla en varias ocasiones de los leprosos; también en la época de Jesús estos enfermos eran tratados como «apestados», y nadie quería acercarse a ellos por miedo al contagio. Nadie, salvo Jesús, claro, que en más de una ocasión los curó milagrosamente. El padre Damián, que fue un fiel seguidor de Jesús, le imitó sobre todo en ese amor a los leprosos.
¿Cuáles son las lepras de hoy?
Hoy en día la lepra como enfermedad tiene grandes avances científicos, pero no olvidemos que la lepra en nuestros tiempos también se manifiesta en aquellos hermanos nuestros que viven en pobreza, desprecio y marginados por nuestra sociedad. Y hoy, estamos llamados a ser luz en medio de ellos, como nos enseña Jesús y lo vivió Damián de Veuster.
«Su actividad misionera, que le dio tanta alegría, llegó a su cima en la caridad. Sin miedo ni repugnancia, eligió ir a la isla de Molokai al servicio de los leprosos que allí -se encontraban, abandonados de todos; así se expuso a la enfermedad que padecían. Con ellos se sintió en casa. El servidor de la Palabra se convirtió de esta forma en un servidor sufriente, leproso con los leprosos, durante los últimos cuatro años de su vida. Por seguir a Cristo, el padre a Damián no sólo dejó su patria, sino que también arriesgó la salud: por ello como dice la Palabra de Jesús que se nos ha proclamado en el Evangelio de hoy- recibió la vida eterna (cf. Mc 10, 30)» (Papa Benedicto XVI – 11/10/2009).
4ta. Página Hoja Dominical «Día del Señor»
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