DOMINGO 3 DE PASCUA
Mensaje del libro de los Hechos de los Apóstoles 3,13-15. 17-19.
El texto nos presenta el segundo discurso kerigmático del apóstol Pedro, que proclama con valentía la fuerza del mensaje Pascual: la muerte y resurrección de Jesús. Este acontecimiento que es el que da un sentido nuevo a la vida de los discípulos, les infunde valor para anunciar la Buena Noticia al pueblo.
Pedro acaba de curar a un paralítico que solía estar todos los días a la entrada del templo (Hch 3,1-10). La reacción de todos aquéllos que presenciaron este hecho extraordinario fue de admiración hacia los apóstoles, san Pedro deja en claro que el milagro de la curación no se debe a ninguna capacidad que tengan ellos, sino que es obra de Dios por medio de Jesús. El núcleo del discurso son las palabras con las que el Apóstol anuncia que el Dios de los patriarcas ha glorificado a Jesús, su siervo, a quienes las autoridades decidieron darle muerte. Pero Dios lo resucitó e hizo a los apóstoles testigos de ese gran acontecimiento.
Textos paralelos
Ex 3,6.15; Lc 23,2.5.19.22.25
Mensaje de la 1 Carta de san Juan 2,1-5
La carta exhorta a cumplir los mandamientos del Señor. El Autor Sagrado presenta a Jesucristo como el abogado defensor ante el Padre. Es el abogado eficaz porque es el Justo, el que se ofreció como la víctima de propiciación por nuestros pecados y cuya fuerza expiatoria adquiere un alcance universal.
El texto nos habla, además, de guardar los mandamientos como un punto de referencia para saber si estamos en comunión con Dios. Para ser verdaderos cristianos no debemos limitarnos a no cometer pecado, sino que es necesario poner en práctica los mandamientos. Este es el criterio que indica si las personas conocen a Dios, sobre todo, el mandato del amor fraterno. Porque el verdadero conocimiento de Dios no es teórico, sino práctico.
Textos paralelos
Jn 14,16; Hb 7,25; 8,6.
Mensaje del Evangelio según san Lucas 24, 35-48
El Evangelio nos transmite que, en la noche del mismo día de la Resurrección, el Señor se aparece a sus discípulos cuando dos de ellos que retornaron de Emaús daban testimonio de cómo lo habían reconocido al partir el pan. Ante su aparición los apóstoles reaccionan con miedo y sorpresa, pues creían ver un espíritu, el Señor para disipar sus dudas con respecto a su resurrección, deja que vean sus heridas y lo toquen. “Tóquenme y vean, un fantasma no tiene carne y hueso, como ven que yo tengo” (Lc 24,39). Entonces una gran alegría se apodera de los discípulos, y como si esto no fuera suficiente, les pide de comer, se sienta con ellos en un gesto de cercanía, de esta forma supera los temores y la incredulidad de sus seguidores.
A la luz de su resurrección les explica el significado de las “palabras” que en varias oportunidades les había dirigido cuando anunciaba la Buena Noticia del Reino: “que tenía que cumplirse en mí todo lo escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (v. 44). Y les abrió la inteligencia que es el don pascual que Jesús había obrado con los dos discípulos que se dirigían a Emaús, que ahora lo realiza con los Once. «Abrir el entendimiento» significa entonces, comprender a la luz de la fe todo el camino recorrido por el pueblo de Israel: desde los patriarcas, pasando por la experiencia del destierro, el testimonio de los profetas; todo alcanza su pleno sentido con la pasión, muerte y resurrección de Jesús (cf. Lc 9,22.44; 17,25; 18,31-33; 22,37).
La experiencia del encuentro con el Resucitado afecta y cambia la vida, producto de este encuentro el Evangelio concluye con el envío misionero de anunciar y dar testimonio de la resurrección: “Ustedes son testigos de estas cosas”.
Textos paralelos
Jn 20,19-23; Jn 21,9s.13; Hch 1,8
Colaborador: Javier Silva
Sección Animación Bíblica de la Pastoral
Área de Evangelización – CEB
