2º Domingo de Pascua
Mensaje de los Hechos de los Apóstoles 4,32-35.
En la lectura san Lucas pone de manifiesto, que lo principal es la predicación y el testimonio de los apóstoles sobre la resurrección de Jesús, que es lo que los reúne y mantiene unidos. La comunidad entiende que el Evangelio es el principal fundamento que une al grupo cristiano, lo que hace que tengan las mismas convicciones y los mismos sentimientos.
Este sentimiento de tener un solo corazón y un sola alma que vive la comunidad, se manifiesta de forma visible en la solidaridad que pone en práctica el grupo cristiano, buscando que ninguno de los hermanos sea marginado o pase necesidad. En esta acción se manifiesta la plena comunión existente en la comunidad, ya que de forma voluntaria vendían lo que tenían y lo depositaban a los pies de los apóstoles, cumpliéndose de esta forma lo dicho en el libro del Deuteronomio: “No habrá ningún pobre entre ustedes” (15,4), y crecía el aprecio de la gente hacia la comunidad cristiana (v. 33b). De esta forma los apóstoles sostenidos por la comunidad dan testimonio de la resurrección de Cristo, como testigos privilegiados anuncian el kerygma. Ellos habían comido y bebido con Jesús, lo acompañaron camino de Galilea a Jerusalén, han escuchado sus enseñanzas, y finalmente lo han visto Resucitado.
Mensaje de la primera carta del Apóstol San Juan 5,1-6.
El principio de nuestra fe es aceptar que: «Jesús es el Cristo», que ha muerto en cruz y que realmente ha resucitado. Esta es la verdad que constituye la sustancia del mensaje predicado por los apóstoles, el que cree en el evangelio es el hijo de Dios y ha nacido de Dios. Y, en consecuencia, ama al que le ha dado la vida, al Padre, y a todos los que han nacido del Padre por la misma fe. Todos los que creen en Jesucristo son hermanos. Esta fraternidad es fundamental para la vida de la comunidad.
Por otro lado la victoria de Cristo es un tema central en la carta de san Juan; pues si creemos en la persona de Cristo Jesús, participamos en su victoria. El vencedor del mundo es el que cree que Jesús es el Hijo de Dios, que viviendo de acuerdo a su fe, y asistido por el Espíritu Santo da testimonio de Cristo y su victoria sobre el mundo.
Mensaje del Evangelio de san Juan 20, 19-31
El Evangelio de este domingo nos habla sobre la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. El capítulo 20 del evangelio de san Juan, describe la experiencia Pascual de los discípulos acontecido el “primer día de la semana” tanto por la mañana como por la tarde (20, 1.19), que evoca sin duda al “Día del Señor” el día domingo (Ap 1,10). El Señor luego de aparecerse a María Magdalena, se presenta en medio de sus discípulos que se encuentran con las puertas cerradas por miedo a los judíos. La presencia inesperada de Jesús les devuelve la alegría, experimentan el gozo prometido por el Señor (16,20-22; 17,13). Jesús resucitado les da el saludo de la paz, que representa un proyecto de vida, pues es la paz del que ha vencido al mundo y a la muerte.
En seguida se deja ver las manos y el costado para que no quede ninguna duda que es el crucificado, y no una aparición fantasmagórica, luego vuelve a reiterarles su saludo de paz que representa la fuerza para el envío misionero: “Como el Padre me envió, así yo los envío a ustedes” encarga a los suyos su propia misión que ha recibido del Padre, que a la vez reproduce el dialogo de Jesús con Dios: “como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo” (Jn 17,18). Para cumplir esta misión de llevar su mensaje a todo el mundo, necesitan la fuerza que les ayude a realizarla, entonces Jesús les sopla el Espíritu Santo. Lo que trae a la memoria su sentido más profundo, “Sopla sobre ellos”, esta expresión alude al Gn 2,7 (Sb 15,11) la creación del primer ser humano donde Dios insuflo su aliento de vida (Cf. 1Re 17,21).
Ante la ausencia de Tomas cuando Jesús se les apareció por primera vez, los discípulos le comunican con júbilo que han visto al Señor y que está vivo, pero él no acepta el testimonio de sus compañeros y exige una prueba de lo acontecido: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no creeré«. Esta actitud de Tomas muestra su incredulidad ante la resurrección, y por consiguiente el peligro de quedar aislado, solo por fiarse en su propia experiencia de lo que puede ver y tocar. Pasado ocho días Jesús se les aparece nuevamente y reitera su saludo de la paz, luego invita a Tomas a que toque sus heridas, entonces el discípulo experimenta la presencia del Señor resucitado, que le pide que no sea “incrédulo sino hombre de fe” y al igual que el grupo de apóstoles se convierte en testigo de la resurrección de Jesús. Su respuesta: “Señor mío y Dios mío” es la más clara confesión de fe, sin embargo el Señor le reprocha el no haber creído a la comunidad y exigir una prueba que satisfaga su incredulidad: “Tú crees porque has visto, felices los que creen sin haber visto”.
Nuestra fe en la resurrección, se fundamenta en la Palabra que es Jesús mismo (Jn 1,14), Palabra que nos llega a través del testimonio de muchos creyentes, acompañado de hechos y signos que son señales de que Nuestro Señor Jesucristo habita en medio de nosotros. El evangelio fue escrito para eso: «para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre«.
Colaborador: Javier Silva
Sección Animación Bíblica de la Pastoral
Área de Evangelización – CEB
