Producto de la experiencia sinodal de la Iglesia, se destaca la disposición humana de la escucha.
La escucha es un don, es una gracia que debemos pedir del Señor, y que requiere de una actitud orante. No se trata solamente de una capacidad particular, o de una herramienta con la que uno se puede entrenar, es, primero que nada, una gracia. Implica quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del encuentro con el otro y la otra. Esta es una condición imprescindible.
La escucha no es un ejercicio individual o autónomo. Es un proceso de reconocer a Dios como el centro, y de sabernos sus colaboradores en esta experiencia. Solo con Él podremos escuchar de verdad, y el destinatario es el Pueblo de Dios. Es su grito el contenido de la escucha, nunca nuestra propia voz o nuestras propias ideas autorreferenciales. El Espíritu Santo irrumpe desde la voz del Pueblo de Dios.
Solo escuchando al pueblo podremos respirar en él la voz de Dios. El Sensus Fidei (El sentido de la fe) que pasa de ser un concepto teológico, se torna en un rostro concreto que es Jesús mismo que nos interpela desde, y en el clamor del pueblo. Solo saliendo de nuestros espacios cerrados y seguros podremos ir al encuentro del Pueblo de Dios que espera.
Magisterio de la Iglesia
«Caminar juntos – enseña el Papa Francisco – es el camino constitutivo de la Iglesia; la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir 91 Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido. Respiración y paso sinodal revelan lo que somos y el dinamismo de comunión que anima nuestras decisiones. Solo en este horizonte podemos renovar realmente nuestra pastoral y adecuarla a la misión de la Iglesia en el mundo de hoy; solo así podemos afrontar la complejidad de este tiempo, agradecidos por el recorrido realizado y decididos a continuarlo con parresia».
(La Sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia. 120).
Hoja Dominical «Día del Señor»