23 octubre,2024
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PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR  

DOMINGO 2 DE ADVIENTO

Mensaje del Profeta Isaías 40, 1-5. 9-11

El texto hace referencia al sufrimiento del pueblo de Israel que se encuentra exilado en Babilonia. Pese a los momentos de dolor el pasaje recalca que el Señor no olvida sus promesas, por ello envía a su profeta para que anuncie y consuele al pueblo que está viviendo momentos difíciles, de mucha angustia, y les dé ánimo para que puedan sobrellevar tantas adversidades. Este mensajero por mandato de Dios habla “al corazón de Jerusalén” dándoles una gran noticia; que su tiempo de servidumbre ha terminado. Es la voz que proclama en el desierto (cf. Mc 1,3), anunciando la gran noticia: “Que los valles se levanten, que los montes y colinas se aplanen que lo torcido se enderece” (Is 40, 3-4), mensaje que sin duda reaviva la esperanza del pueblo anunciándoles la pronta liberación, donde todos verán la manifestación gloriosa de Dios.

Es este mensajero que se sube a la montaña más alta para dar a conocer la Buena Noticia a Sion, a Jerusalén y Judá proclamando con júbilo “Aquí está tu Dios” (v.10), porque solo el Señor es el que consuela verdaderamente y lo hace con dos actitudes: La primera expresa con toda autoridad, que el tiempo de servidumbre ha finalizado (cf. v 2), que ya han cumplido su castigo. Y la segunda donde toma la figura de un pastor, al que su rebaño ha sido dispersado, pero Él no los abandona al contrario se acerca, las reúne, los lleva en sus brazos y los cuida con mucha ternura.

Textos paralelos

Is 52,7-12; Bar 5,7; Mal 3,1.23s; Mt 3,3; Lc 1,76; 3,4-6; Sant 1,10s; 1 Pe 1,24s; Sal 90,5; 103,15s; 119,89; Job 14,2; Is 51,12; Mt 24,35; Is 62,11; Lc 15,5.

Mensaje de la 2° carta del Apóstol San Pedro 3,8-14.

El apóstol Pedro retoma el tema de la parusía que había anunciado ya al principio de su carta (2 Pe 1,16), y lo hace porque que al interior de la comunidad cristiana se han creado problemas a propósito de un grupo de personas que cuestionan o ponen en duda la promesa del retorno del Señor. El Apóstol afirma que están equivocados, en primer lugar, asegura que; lo que sucedió con el primer mundo que fue destruido a través del diluvio, Dios hizo surgir un nuevo orden (2 Pe 3,5-7). Luego pasa a explicar que la concepción del tiempo para Dios, es muy distinta al de los seres humanos (2 Pe 1,8; cf. Eclo 35,19). Entonces para sustentar su respuesta hace referencia al Salmo 90,4, donde se afirma que: “Para el Señor, un día es como mil años”; por lo que la espera del retorno de Jesús, no se trata de días de años o siglos, sino que es un tiempo de gracia concedido para la conversión (cf. Lc 4,19; 13,8).

San Pedro explica que la razón principal del retraso de la parusía, se debe sobre todo a la paciencia de Dios (2 Pe 3,9), que quiere la conversión de todos para que encuentren la salvación (1 Pe 3,20; cfr. Jn 3,16s). Sin embargo, la parusía llegará de forma imprevista, como ladrón en la noche, es decir, que la inminencia de la llegada del día del Señor y la consumación del mundo, lo da a conocer con expresiones y símbolos propios de la apocalíptica: “El cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados y la tierra se consumirá… “(vv. 10.12). Esta descripción no se la debe tomar de forma literal, porque no es la destrucción del mundo lo que el autor quiere destacar, por el contrario quiere enseñar, que Dios quiere terminar con la maldad y la injusticia de este mundo, y que la va renovar desde lo más profundo, desde sus raíces, por lo que todo cristiano debe vivir confiando y esperar  en la promesa del Señor: «Un cielo nuevo y una tierra nueva, donde habite la justicia”.

Textos paralelos

Sal 90,4; Hab 2,2s; Rm 2,4s; 1 Pe 3,20; Ap 20,11; 21,1.

Mensaje del Evangelio según San Marcos 1,1-8.

En este segundo domingo de Adviento la Buena Noticia comienza con una exhortación muy propia que hace a la espera del Señor, anunciada por Juan el Bautista: “Preparen el camino del Señor y enderecen sus caminos”.

El texto comienza con una afirmación enfática: Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, títulos que dan conocer su identidad y su misión. Además, con la expresión “como estaba escrito” el autor relaciona la actividad de Juan con el movimiento profético de Israel. Por ello ve en Juan el Bautista el cumplimiento de la profecía que anunciaba la llegada de un mensajero delante del Mesías, como lo había anunciado el profeta Malaquías (3,1), y que Isaías identifica a este enviado como la voz que clama en el desierto (Is 40,3).

Juan realiza su misión en el desierto, lugar donde se presenta como el mensajero cuya voz llama al arrepentimiento, a un bautismo de conversión como signo del perdón de los pecados, que transforme la vida dejando de lado la vida pasada, renunciando así en la situación de pecado en la que vivían. En su misión de precursor del Salvador elige un gesto muy significativo, la sumersión en agua, como signo de morir al pasado y comenzar una nueva vida. En este sentido el Bautismo quiere ser  una expresión real de conversión, de cambio de vida, que  posibilita el encuentro con el Señor que viene, “Se revelara la gloría del Señor y la verán todos los hombres juntos” (cf. Is 40, 5). Juan el Bautista continúa así la misión de los profetas que piden al pueblo: se conviertan, que se vuelvan a Dios.  

La misión del Bautista denota dos aspectos importantes: la proclamación y el bautismo. El verbo “proclamar”, es decir, la Buena Nueva del Reino. La predicación del Bautista tuvo gran acogida, ya que mucha gente acudía a él, tanto de Judea como de Jerusalén, podemos suponer que era la gente del pueblo, gente sencilla y no así las autoridades político-religiosas que no hicieron caso del anuncio de Juan.

Juan el bautista anuncia que viene uno “más fuerte que él”, afirmando que: “Yo les he bautizado con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo”. El bautismo con agua lo podemos entender como una preparación al acontecimiento mesiánico, un disponer, preparar al pueblo para este gran momento; Juan afirma que el más fuerte bautizará con Espíritu Santo, que es el don de los últimos tiempos que purificará a todos, los santificará y unirá con Dios en una comunión permanente.

Textos paralelos

Mt 3,1-12; Lc 3,3-18; Mal 3,1; Is 40,3; Lc 3,3.

Por: Javier Silva Aparicio

Responsable de la Sección de Animación Bíblica

Área de Evangelización – CEB

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