San José nos invita a vivir este tiempo de Adviento como custodios de la vida.
- Acepta la voluntad de Dios incluso en momentos de incertidumbre, “José hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado y recibió a María como esposa” (Mt 1,24).
- Asume la maternidad de María e inicia el mismo su paternidad. El Sí de María se encuentra con el Sí de José y juntos humildemente obedecen a Dios.
- Recibe amorosamente esa vida frágil confiada en sus manos: “Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre” (Lc 2,7).
- Protege a María y al Niño de quienes querían lastimarlos: “Se levantó, todavía de noche, tomo al niño y a su madre y partió hacia Egipto” (Mt 2,14).
- Se admira, junto a María, por de las profecías de Simeón y la alabanza de Ana (Lc 2,25-38).
- Acompaña el crecimiento de Jesús: “el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría” (Lc 2, 40).
- Está junto a María en los momentos difíciles, como cuando Jesús se pierde en el Templo (Lc 2,41-52).
Así como José, estamos llamados a ser custodios:
- Preocupándonos por todos, especialmente por los más frágiles e indefensos de nuestra sociedad.
- Preocupándonos uno del otro en la familia: entre cónyuges, de padres a hijos, de hijos a padres, entre hermanos, por los abuelos.
- Preservando las relaciones armoniosas en la comunidad, en la sociedad.
- Cuidando de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza.
Hoja Dominical «Día del Señor»
Domingo 3 de Adviento