Encuentros de formación misionera en torno a Hechos de los Apóstoles
Texto: Hechos 4,13-14
Viendo la valentía de Pedro y Juan, y sabiendo que eran hombres sin instrucción ni cultura, estaban maravillados. Reconocían, por una parte, que habían sido compañeros de Jesús; y al mismo tiempo veían de pie, junto a ellos, al hombre que había sido curado; de modo que no podían replicar.
Estudiando y meditando
Pedro y Juan están ante el Sanedrín, suprema autoridad administrativa y judicial del pueblo judío. Un día antes fueron puestos en custodia debido a que los sacerdotes, el jefe de la guardia del Templo y los saduceos se indignaron porque después de curar a un tullido enseñaban sobre Jesús al pueblo.
Interrogados por los miembros del Sanedrín, Pedro, lleno del Espíritu Santo, toma la palabra anunciando que la curación se hizo en nombre de Jesucristo, al que ellos crucificaron y que fue resucitado por Dios de entre los muertos.
Los líderes, los ancianos, los escribas, al ver la franqueza y la valentía (parresía) con las que hablaban estos hombres, y sabiendo que era gente sin instrucción, que tal vez no sabían ni escribir, se asombran.
La parresía (franqueza, valentía, claridad, coraje) con la que habla Pedro desconcierta, deja maravillados a los entendidos, ellos no pueden entender de dónde le viene ese valor.
¿Qué pasó con Pedro? ¿Aquel que por cobardía negó a Jesús? ¿De dónde le viene ese nuevo valor? Él recibe el don del Espíritu Santo el día de Pentecostés. La parresía es un don, una gracia que el Espíritu Santo dona. Con ese nuevo valor, franqueza, coraje sale a predicar y los frutos son abundantes.
Un signo del verdadero cristiano es la valentía, decir la verdad, ser coherente.
“Recupera la franqueza, el valor cristiano para seguir adelante. No se puede ser cristiano sin que se dé esta franqueza: si no se da, no eres un buen cristiano. Si no tienes el coraje, si para explicar tu posición resbalas en ideologías o explicaciones casuísticas, te falta esa franqueza, te falta ese estilo cristiano, la libertad de hablar, de decirlo todo. El coraje” (Papa Francisco, Homilía, 2020).
Profundizando
Pedro, Juan y los otros discípulos, llenos del Espíritu Santo, hablan con parresía, su palabra desafía a las autoridades; ya no tienen miedo, son capaces de enfrentarse a cualquier situación anunciando a voces el Kerigma: “Aquel al que ustedes crucificaron, Dios lo resucitó de entre los muertos”.
Los discípulos experimentan la plenitud que dona el Espíritu Santo en Pentecostés, pero antes viven, al lado de Jesús, el inconmensurable amor de Dios como hijos que pueden dirigirse a Él como “Abba, Padre”.
Reflexionemos:
¿Tenemos parresía (valor, franqueza, claridad) en la tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades?
Celebrando
- Leemos nuevamente el texto bíblico. Después de un momento de silencio, compartimos la frase del texto bíblico que más nos llama la atención y cómo la asumimos en nuestra vida.
- Oramos con el Salmo 28 (27), 6-9.
¡Bendito sea el Señor que escuchó mi voz suplicante!
El Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón.
Me socorrió y mi corazón se alegra;
le doy gracias con mi cántico.
El Señor es mi baluarte y refugio,
el salvador de su Ungido.
Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
guíalos y sostenlos siempre. Amén.
- Se hacen peticiones espontáneas.
- Cada uno expresa un compromiso de vida.
Preparando el próximo encuentro
En el próximo encuentro reflexionaremos en torno a Hechos 19,8-10 y a como se conocían a los discípulos “los seguidores del Camino” (Hch 9,2).