VERDADERAMENTE ERES HIJO DE DIOS
Mensaje de 1Reyes 19, 9. 11-13
Después de los acontecimientos del monte Carmelo (1 Re 18), donde el triunfo del Dios y del profeta Elías sobre los baales y sus sacerdotes es definitiva, Elías por temor a la reina Jezabel huye al desierto. En su huida el profeta se siente frustrado, solo, abandonado. Su celo ardiente por el Dios de Israel no es comprendido por sus paisanos, cansado de bregar, pide al Señor el final de sus días (cf. v. 4).
En medio de esta angustia, un suceso singular transforma su vida: la voz de un ángel que le interpela y la comida que le ofrece (cf. vv. 5-8) hacen que su huida, centrada en la desesperación y el temor de perder la vida, en una peregrinación hacia el Horeb (v. 9a), que significa el inicio de una nueva vida para él y para el pueblo.
Su caminata por cuarenta días por el desierto nos recuerda la permanencia de Moisés en el monte Sinaí (v. 8. cf. Ex. 24,28). Por eso su caminar es una peregrinación que lo conduce a la montaña en busca de Dios (vv. 11-13; cf. Ex. 33, 18-21). En este lugar Elías encuentra la respuesta a su desconsuelo, a su pesadumbre. El huracán, el terremoto y fuego son elementos que se relatan a lo largo de las Sagradas Escrituras como presencia de Dios (cf. Ex. 19, 16 ss.; Jue 5, 4; Sal. 18, 7-15; Hch 2), pero Dios no se manifiesta en medio de estas espectaculares fuerzas de la naturaleza. Es en el murmullo de una ligera brisa en el que se revela, signo de otra forma de comunicación que Dios elige, que no se inscribe ya en el orden de lo espectacular, sino en el de un dialogo interior, personal, que exige una verdadera escucha: “Voy a escuchar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de corazón. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra”. (Sal 84 (85), 9-14).
Textos Paralelos
Ex 3, 1; Ex 17,6; Deu 1, 6; 4,10; 18, 16; 1Re 19, 8; Mal 4, 4.
Mensaje de la carta a los Romanos 9, 1-5
San Pablo lamenta que Israel no haya mantenido la fe de Elías y creer en la encarnación del Hijo de Dios. Para el Apóstol Israel ha recibido los dones de Dios, que enseguida menciona:
- La adopción filial que culmina en el hecho de que Cristo, “que está por encima de todo” (v. 4. Cf. Ex 4, 22; Dt 14, 1);
- La gloria de Dios, que se manifiesta en el santuario y en el arca tabernáculo (cf. Ex 25, 8; Ex 40, 34);
- Las alianzas, con Abrahán, Isaac, Jacob, Moisés;
- Las promesas mesiánicas hechas a Abraham, Isaac, Jacob, David.
- Los Patriarcas y de ellos según la carne desciende el Mesías.
El texto concluye con una alabanza a Cristo: es el que está por encima de todas las cosas, Dios bendito por siempre. La que denota la más clara confesión de fe en la divinidad de Cristo.
Textos paralelos
Rm 3, 21-26; 5, 19-26; Flp 3,5
Mensaje del Evangelio Mateo 14, 22-33
El Evangelio de hoy anuncia que el Reino llega como una comida en la que participan todos, pero sus discípulos no logran entender este milagro, piensan que es una forma de poder sobre las personas. Por eso Jesús les ordena cruzar al otro lado del lago, mientras él permanece en oración. Pronto sobreviene la tormenta durante la noche, y se pone en evidencia la falta de fe de los apóstoles.
Jesús pide a los discípulos ir al otro lado del mar, a tierra de paganos. La misión es ahora dirigirse a estos lugares para anunciarles la Buena Noticia del Reino. Pero la travesía es torna peligrosa y lenta para los discípulos estando lejos de Jesús. La barca es sacudida por las olas, por el fuerte viento.
Jesús se aproxima a ellos caminando sobre el agua, pero no lo reconocen, asustados gritaban creyendo que era un fantasma. El Señor los tranquiliza diciendo: «¡Animo! Soy yo», no teman «La expresión «Soy yo» es la misma con la que Dios anima y fortalece a Moisés cuando lo envió a liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto (Ex 3,14).
Pedro al reconocer a Jesús pide ir hacia Él, el Señor le concede su pedido, pero Pedro en cuanto pisa el agua tiene miedo piensa que se va a hundir y grita: «Señor, sálvame». Jesús sujetándole de la mano le reprende: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?», si Pedro empieza a hundirse es porque le falta fe, no estaba aún unido realmente a Cristo: «sino creen, no subsistirán” afirma el profeta Isaías (Is 7,9)
Cuando Jesús el Hijo de Dios, sube a la barca el viento se calma. Los discípulos quedan sorprendidos y se postran ante Él. El Evangelio termina con un auténtico acto de adoración a Jesús por parte de los discípulos: “Se postraron ante él diciendo: Realmente eres Hijo de Dios”
Textos paralelos
Mc 6,47-53; Jn 6,15-21; Mt 8,23-27; Mt 8,25s.; Mt 16,16; Mc 6,54-56; Mt 9,20-22.
Por: Javier Silva Aparicio
Sección Animación Bíblica
Área de Evangelización – CEB