25 noviembre,2024
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“Los obstáculos y desafíos que encuentra la misión” (Hechos 9,19b-31)

Encuentros de formación misionera en torno a Hechos de los Apóstoles

Texto: Hechos 9,19b-31

Saulo se quedó unos días con los discípulos de Damasco. Muy pronto se puso a proclamar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios. Todos los oyentes comentaban asombrados: “¿No es éste el que perseguía en Jerusalén a los que invocan dicho nombre y ha venido acá para llevárselos presos ante los sumos sacerdotes? Pero Saulo iba ganando fuerza y confundía a los judíos que vivían en Damasco, afirmando que Jesús era el Mesías. Pasados bastantes días los judíos decidieron eliminarlo; pero Pablo se enteró de su plan. Y, como los judíos custodiaban las puertas de la ciudad día y noche para eliminarlo, una noche los discípulos lo descolgaron por el muro, escondido en una canasta.

Al llegar a Jerusalén, intentaba unirse a los discípulos; pero ellos le tenían miedo, porque no creían que fuera discípulo. Bernabé, haciéndose cargo de él, se lo presentó a los apóstoles y él les contó cómo había visto al Señor en el camino, cómo le había hablado y con qué franqueza había anunciado en Damasco el nombre de Jesús. Saulo se quedó en Jerusalén, moviéndose libremente; anunciaba valientemente el nombre de Jesús, conversaba y discutía con los judíos de lengua griega, pero estos tramaban su muerte. Sus hermanos, al enterarse lo acompañaron hasta Cesárea y lo enviaron a Tarso. La Iglesia entera de Judea, Galilea y Samaría gozaba de paz, se iba construyendo, vivía en el temor del Señor y crecía animada por el Espíritu Santo.

Estudiando y meditando

La misión de Saulo no estuve exenta de dificultades, más bien tuvo muchos obstáculos y desafíos, entre ellos la persecución y la desconfianza de los otros en considerarlo discípulo. Sin embargo, el Apóstol supo sortear cada obstáculo con la fuerza del Espíritu Santo y la certeza de su experiencia con el Resucitado.

Ante cada dificultad, Saulo no se desanimaba, más bien cobraba bríos, más ánimo. Como dice el Papa Francisco: “Nos hace falta una certeza interior y es la convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos, porque ‘llevamos este tesoro en recipientes de barro’ (2 Co 4,7). Esta certeza es lo que se llama ‘sentido de misterio’. Es saber con certeza que quien se ofrece y se entrega a Dios por amor seguramente será fecundo (cf. Jn 15,5)” (EG 279).

La fuerza para continuar la misión evangelizadora viene de la experiencia del encuentro con Jesucristo, la perseverancia de la certeza que el Espíritu Santo, enviado por el Resucitado, guía la misión y la fortalece a pesar de las dificultades.

Y a pesar de vencer las dificultades el Apóstol aconseja la humildad y mansedumbre y aceptar a los otros con el amor de hermanos: “Yo pues, les ruego que anden como es digno de la vocación con que fueron llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándose con paciencia los unos a los otros en amor” (Ef 4,1-2).

En este tiempo en muchos lugares se vive la persecución religiosa, muchas comunidades cristianas sufren persecución y castigo por su fe. No hay que olvidar orar por estas comunidades.

Profundizando

“[Una] dificultad con la que se encontrarán los misioneros de Cristo es la amenaza física en su contra, o sea, la persecución directa contra ellos, incluso hasta el punto de que los maten. Esta profecía de Jesús se ha cumplido en todas las épocas: es una realidad dolorosa, pero atestigua la fidelidad de los testigos. ¡Cuántos cristianos son perseguidos aún hoy en día en todo el mundo! Sufren por el Evangelio con amor, son los mártires de nuestros días. Y podemos decir con seguridad que son más que los mártires de los primeros tiempos: muchos mártires, solo por ser cristianos. A estos discípulos de ayer y de hoy que sufren persecución, Jesús les recomienda: «no teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma» (v. 28). No hay que temer a los que intentan extinguir la fuerza evangelizadora mediante la arrogancia y la violencia. De hecho, no pueden hacer nada contra el alma, es decir, contra la comunión con Dios: nadie puede quitársela a los discípulos, porque es un regalo de Dios. El único temor que debe tener el discípulo es el de perder este don divino, la cercanía, la amistad con Dios, renunciando a vivir según el Evangelio y procurándose así la muerte moral, que es el efecto del pecado.” (Papa Francisco, Ángelus, 2020).

 

Reflexionemos

¿Qué desafíos podemos enumerar que revelan que el anuncio del Evangelio encuentra pasados y nuevos obstáculos, pero también qué signos enumerar que revelan que a pesar de todo ello la Buena Nueva sigue llegando a muchos?

 

¿Cómo logar que pese al panorama que nos desafía, el anuncio del Evangelio llegue a los múltiples y variados grupos de personas más allá de la comunidad eclesial, hasta los confines de la tierra para la transformación del mundo?

Celebrando
1. Leemos nuevamente el texto bíblico. Después de un momento de silencio, compartimos la frase del texto bíblico que más nos llama la atención y cómo la asumimos en nuestra vida.

2. Oramos
Señor Jesús, adoramos tu cruz,
que nos libra del pecado,
origen de toda división y de todo mal;
anunciamos tu resurrección,
que rescata al hombre de la esclavitud del fracaso y de la muerte;
esperamos tu venida gloriosa,
que realiza el cumplimiento de tu reino de justicia, de gozo y de paz.

Señor Jesús, por tu gloriosa pasión,
vence la dureza de los corazones, prisioneros del odio y del egoísmo;
por el poder de tu resurrección,
arranca de su condición a las víctimas de la injusticia y de la opresión;
por la fidelidad de tu venida,
confunde a la cultura de la muerte y haz brillar el triunfo de la vida.

Señor Jesús,
une a tu cruz los sufrimientos de tantas víctimas inocentes:
los niños, los ancianos, los cristianos perseguidos;
envuelve con la luz de la Pascua a quienes se encuentran profundamente heridos:

las personas abusadas, despojadas de su libertad y dignidad;
haz experimentar la estabilidad de tu Reino a quienes viven en la incertidumbre:
los exiliados, los refugiados y quienes han perdido el gusto por la vida.

Señor Jesús,
extiende la sombra de tu cruz sobre los pueblos en guerra:
que aprendan el camino de la reconciliación, del diálogo y del perdón;
haz experimentar el gozo de tu resurrección a los pueblos desfallecidos por las bombas:
arranca de la devastación a Irak y Siria;
reúne bajo la dulzura de tu realeza a tus hijos dispersos:
sostén a los cristianos de la diáspora y concédeles la unidad de la fe y del amor.

Virgen María, reina de la paz,
tú que estuviste al pie de la cruz,
alcánzanos de tu Hijo el perdón de nuestros pecados;
tú que nunca dudaste de la victoria de la resurrección,
sostén nuestra fe y nuestra esperanza;
tú que has sido constituida reina en la gloria,
enséñanos la majestad del servicio y la gloria del amor. Amén.

  1. Se hacen peticiones espontáneas.
  2. Cada uno expresa un compromiso de vida.

Preparando el próximo encuentro
En el próximo encuentro reflexionaremos en torno a Hechos 12,5, sobre la dimensión liberadora de la comunidad orante.

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