DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
Hoy domingo de Ramos iniciamos la Semana Santa, nuestra Iglesia vive con gran intensidad este misterio y fija su atención en la cruz, para que hagamos memoria de la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo bajo el poder del Sanedrín y de Poncio Pilato.
Mensaje del profeta Isaías 50, 4- 7
La primera lectura el profeta Isaías nos presenta en el tercer canto del Siervo de Yahvé, que se ofrece a sí mismo para salvar al mundo. el siervo es el discípulo fiel de Dios y sabe cuál es su misión porque se ha formado en la escucha de la Palabra y está decidido a aceptar las adversidades que le trae esta tarea, enfrentando la hostilidad y la agresión física. Pese a las dificultades que atraviesa sobresale la humildad de su entrega al Señor y a su voluntad: “Yo no me resistí ni me eché para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro e insultos y salivazos» (Is 50, 4-6). En su misión, el siervo persevera a pesar de todos los malos tratos, su confianza en Dios es plena, porque sabe que viene en su auxilio, que es su defensor y que está junto a él, por eso está seguro que no fracasará y que no quedará defraudado, lo que le da la firmeza para enfrentar a sus enemigos.
Textos paralelos
Is 42,1-9; Is 52,13-53,12; Mt 26,27; 27,30
Mensaje de la segunda Carta a los Filipenses 2,6-11
El Apóstol nos transmite un himno cristológico donde destaca la condición humana que asume Cristo, quien no hizo alarde de su condición divina, sino que: “se vació de sí mismo” en obediencia y cumplimiento de la voluntad al Padre, como lo afirma san Juan: “porque no baje del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Jn 6,38). En este sentido la obediencia al proyecto del Padre es lo que define su existencia hasta aceptar la muerte en cruz, a la que le sucede la exaltación por la acción soberana de Dios, quien le otorga un título para que: “toda rodilla se doble… y toda lengua confiese: ¡Jesucristo es Señor!”
textos paralelos
Is 53,12; 2 Cor 8,9; Gal 4,4; Rom 5,19; Is 52,13; Is 45,23; Rom 10,9
Mensaje del Evangelio según san Marcos 14,1-15-47
E l pasaje de la pasión de Jesús se sitúa en el contexto de dos escenas importantes: la fiesta judía de la Pascua: «Faltaban dos días para la celebración de la fiesta de la pascua… Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley andaban buscando el modo de prender a Jesús con engaño y darle muerte» (Mc 14,1), y la escena en Betania, donde una mujer unge a Jesús a la que tiene que defender de los que protestan por considerar su gesto como un gasto inútil.
“Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso” (Mc 14,3) una mujer quebrantando las normas sociales valientemente invade el espacio reservado solo a los hombres, es una mujer sin nombre, sin identidad que, ante el asombro e indignación de los presentes, derrama sobre Jesús un frasco de perfume de nardo cuyo valor correspondía al salario de un año entero de trabajo (Mc 14,5). Ante la reacción de enojo de los comensales, porque consideran que el dinero por la compra de ese perfume habría servido para los pobres, Jesús la defiende calificándola de una “buena obra” echa en su persona, en todo caso la mujer ha participado a su manera y por anticipado en la sepultura de Jesús, ya que para dar limosna habrá tiempo «los pobres los tienen siempre con ustedes” (Mc 14,7).
La narración continúa con la institución de la Eucaristía. El primer día de la fiesta de Pascua estaba destinado a los preparativos, y Jesús manda a preparar lo necesario para este momento en la Ciudad Santa en compañía de sus discípulos y es en esta cena que va dar inicio a una nueva alianza que culminara con su muerte en cruz. Se describe también en este contexto la traición de Judas (Mc 14,17-21), que introduce el plan de muerte contra Jesús en el marco de la cena “mientras comían”.
En la escena del Getsemaní san Marcos pone de relieve la angustia de Jesús ante el sufrimiento, su aflicción frente a la muerte. Los tres verbos que describen su actitud (cf. 14, 33-34) indican desconcierto, angustia, tristeza. En este sentido las palabras de Jesús develan esta ansiedad: “siento en mi alma una tristeza de muerte” (v. 34) expresión que nos remiten al salmo 42, 6 (la oración de un desterrado que se siente lejos del Señor y abandonado). Es en estas circunstancias tan difíciles de abandono de parte de sus discípulos que se quedan dormidos cuando debían velar con Él, es que se dirige en oración a su Padre a quien se refiere con el apelativo de Abba Padre. Tras la oración Jesús está dispuesto a asumir su misión: “No se haga mi voluntad sino la tuya”.
El proceso religioso (ante el Sanedrín) y el político (ante Pilato) llevan a Jesús al camino de la cruz y a su dramática muerte en medio de dos malhechores. Sin lugar a dudas la muerte en cruz se constituye en el lugar donde se revela la fuerza de Dios, ¡la fuerza del amor! por ello san Marcos concluye su relato con dos textos muy importantes: la cortina rasgada del templo y la afirmación del centurión romano: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Mc 15, 39).
textos paralelos
Mt 26,2-5; Lc 22,1s; Mt 26,6-13; Jn 12,1-8; Dt 15,11; Mt 26,14-16; Lc 22,3-6; Mt 26,17-19; Lc 22,7-13; Mt 26,20-25; Lc 22,14.21-23; Jn 13,21-30; Mt 26,26-29; Lc 22,15-20; 1 Cor 11,23-25; Mt 27,27-31; Jn 19,1-3; Mt 27,57-61; Lc 23,50-55; Jn 19,38-42.
Colaborador: Javier Silva
Sección Animación Bíblica de la Pastoral
Área de Evangelización – CEB