26 noviembre,2024
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“ESTÉN VIGILANTES”

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO

Mansaje del Profeta Isaías 63,16b-17; 64,1. 3b-8

El texto que leemos en este primer domingo de Adviento hace parte del denominado III Isaías (capítulos 56 al 66), que con probabilidad fue escrito después del exilio sufrido en Babilonia (587 al 530 a.C.), y durante el tiempo de la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén y el templo (cf. Is. 60, 10-13).

La situación de abandono en la que se encuentra el pueblo, hace que el profeta grite “ojalá se rasguen los cielos y bajases”, apela a que Dios se manifieste nuevamente como lo había hecho en el pasado (cf. Ex 19, 16-18; Jue 5,4.5; Hab 3,3-15), como lo hizo en el Sinaí acompañado de relámpagos y truenos, para dar a conocer su nombre a sus enemigos. Pero el Señor aún se mantiene en silencio porque se ha enojado con Israel, porque el pueblo se ha contaminado con muchos pecados, situación que hace que el profeta reconozca que su situación es deplorable, que nadie se atreve a invocar el nombre de Yahveh, por ello el Señor ha ocultado su rostro.

Después de reconocer los pecados de Israel, el profeta se dirige a Yahveh pidiendo que no se enoje por siempre, y acude a su misericordia porque ellos son su pueblo, porque al ser sus elegidos Dios como un alfarero los ha moldeado, es decir, que Israel como arcilla es obra de las manos del Señor, por ello el profeta afirma que todos son su pueblo y Él es su único Padre.

Textos paralelos

Is 49,15; sal 27,10. Is 8:17; 30:18

Mensaje de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1,3 – 9.

Tras el saludo que es muy característico al inicio de las cartas de san Pablo, introduce una acción de gracias al Señor por los dones que ha regalado a la comunidad de Corinto. Los dones por los que da gracias san Pablo son por: “la palabra” y el “conocimiento”. Estos carismas se les ha concedido debido a que la comunidad ha asumido el “testimonio de Cristo”, lo que ha hecho posible que haya entrega y fidelidad al Evangelio (cf. Gal 3,2-5). Por lo que el apóstol afirma que no les falta ningún don, y que están preparados adecuadamente para la llegada del Señor. En griego, el verbo aguardar/esperardenota intensidad y anhelo en relación a la esperanza cristiana, expresión que el apóstol usa también en otras cartas (cf. Rm 8:19. 23. 25; Gal. 5,5; Fil. 3:20). Ahora el futuro escatológico, en el que se espera la manifestación del Señor, san Pablo lo expresa con el término apocalipsis (manifestación, revelación v.7) con esta expresión alude al momento en el que Cristo se hará de nuevo presente en nuestra historia. No olvidemos que las primeras comunidades cristianas esperaban este acontecimiento como algo ya inminente, sin duda san Pablo en principio también participo de esta espera. Lo importante aquí no es tanto el tiempo ni el modo, sino tener la seguridad que el Señor que estuvo presente al principio de la creación (cf. Jn 1,1-3; Col 1,15-17; Hb 1,1-3), estará también presente al final de los tiempos, en la hora final (cf. 1 Cor 3,22-23; 15, 20-28; Ap 1,7-8).

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 13,33-37.

Hoy con el tiempo de Adviento comenzamos un nuevo año litúrgico, que es un tiempo de gracia, de preparación hacia el acontecimiento fundamental que marca de forma trascendental la historia de la humanidad, como es la presencia del Hijo de Dios en medio de nosotros. Es también un tiempo oportuno para revisar nuestra vida, para evaluarla, es decir, poder mirarnos a nosotros mismos, y analizar nuestras acciones para ver si realmente en nuestro compromiso cristianos, en nuestras actitudes y disposiciones, el Señor Resucitado es el centro de nuestra vida, y ver si su ejemplo y enseñanzas son la motivación primera de lo que somos y de todo lo que hacemos.

En este primer domingo de Adviento, la lectura del Evangelio nos presenta un claro matiz apocalíptico, en ella se anuncia la venida de Jesús en toda su gloria al final de los tiempos, y nos proporciona detalles importantes que hacen referencia a cómo se debe esperar ese momento. Es decir, que la parusía – la segunda venida del Señor- precisa que todo bautizado esté atento y vigilante.

La lectura empieza haciendo un llamado de atención sobre la vigilancia, y concluye también con la misma exhortación: “vigilen” (vv. 33 y 37). Está claro que la intensión de Jesús no es revelar el día ni la hora, haciendo que los cristianos vivan con temor, al contrario, con este anuncio, lo que quiere el Señor es que estemos vigilantes. Más que causar miedo y desesperación, es una invitación a asumir en su verdadera dimensión nuestra vida de fe y nuestro compromiso cristiano. Es vivir esta espera con una actitud y disposición de vida, que haga parte de nuestra manera de ser y de actuar, procurando así que en su retorno el Señor no nos encuentre dormidos. El pedido que hace Jesús tiene un alcance universal: “Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: ¡Estén Atentos!”

En segunda instancia se hace referencia al cómo debemos estar vigilantes. Para ello Jesús narra la parábola del hombre que se marcha de viaje, y deja su “casa” al cuidado de sus criados (v. 34). El Señor compara su venida escatológica, con el retorno del dueño de casa que se fue de viaje, y que, según la parábola, puede volver en cualquier momento, entonces al no tener la certeza de la llegada del dueño (v.34), los trabajadores deben estar atentos en todo momento para recibirle cuando regrese, y no los encuentre dormidos. Es por medio de esta parábola que el Señor nos invita a reflexionar, a estar vigilantes y a permanecer despiertos, que es la actitud básica que todo discípulo debe tener respecto de lo que será nuestro encuentro definitivo con el Señor. Es por eso que la exhortación de este pasaje reitera de forma insistente: “…estén preparados, estén vigilantes (13,33), estén atentos (13,35) …estén despiertos (13,3)”.

De esta forma se inicia el tiempo de Adviento, con esta fuerte llamada de Jesús a la vigilancia y que nos la recomienda insistentemente: «Al atardecer, a la medianoche, al canto del gallo, al amanecer», las cuatro vigilias en que se dividía la noche (v. 35).

Textos paralelos

Mc 13, 23, Mc 13,35-37; Mt 24, 42-44, Mt 25, 13, Mt 26, 40, Mt 26, 41; Lc 12, 40, Lc 21, 34-36; Rm 13, 11, Rm 13, 12, Rm 13,14; 1Co 6, 13; Ef 6,18; 1Te 5, 5-8; Heb 12, 15; 1Pe 4, 7, 1Pe 5, 8; Ap 3, 2, Ap 16, 15

Por: Javier Silva Aparicio

Responsable de la Sección de Animación Bíblica

Área de Evangelización – CEB

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