Rincón Litúrgico n° 28: EXPLICACIÓN DE LA ESTRUCTURA DE LAS PLEGARIAS LITÚRGICAS
En este número explicaremos las primeras cuatro partes de las ocho que componen las Plegarias Eucarísticas. Recomendamos volver a leer el tema nº 27.
- Prefacio y Santo: El Prefacio es un Himno de acción de gracias a Dios Padre por habernos dado a Jesucristo su Hijo amado. El motivo de esta acción de gracias se desarrolla en cada Prefacio: como Jesucristo es Autor y resumen de toda la salvación, cada texto motiva la acción de gracia de los fieles según el tiempo litúrgico o las circunstancias de la celebración (Solemnidad del Señor, de María Santísima, de los Santos…).
Ante la salvación que se anuncia y se realiza, los fieles cantan el Santo reconociendo a Dios como Señor del universo. El canto del Santo recoge el texto del profeta Isaías 6,3 y las alabanzas del pueblo a Jesús con ocasión de su entrada en la ciudad de Jerusalén (Mc 11,9-11; Mt 21,9; Lc
19,38; Sal 118,25-26)
- Primera invocación al Espíritu Santo: Luego de ampliar el contenido del Santo, el Sacerdote hace la primera invocación al Espíritu Santo ( Epíclesis), es una oración de invocación que se dirige a Dios Padre para que envíe el Espíritu Santo sobre las ofrendas del pan y del vino y las convierta en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. Esta invocación va siempre acompañada del gran gesto de la imposición de las manos que el Sacerdote extiende sobre las ofrendas.
- Narración de la Institución de la Eucaristía o Relato de la Cena del Señor: Es la cima o la cumbre de la Plegaria eucarística. El Sacerdote repite las Palabras y los Gestos del Señor en el momento de la Institución, y muestra a la adoración de los fieles el Pan y el Vino convertidos en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. El pueblo en el momento de la elevación del Pan consagrado y del Vino consagrado pronuncia la confesión de fe en la divinidad de Jesús más clara que hay en el Nuevo Testamento: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28).
Aunque no sea ‘litúrgica’, está aquí muy en su sitio. Las frases añadidas, además de ser extrañas, NO tienen sentido. Hay que dejar de decirlas.
- Memoria de los Acontecimientos de la Pascua de Jesús: Se recuerda la Muerte, Resurrección y Ascensión de Jesucristo, NO como una evocación fría de hechos pasados de un Personaje importante, sino como memoria viviente (Anámnesis), realizada en el aquí y ahora de esta Asamblea de fieles. La Eucaristía celebra la fuerza salvadora de esos hechos irrepetibles que nos alcanzaron la reconciliación con Dios. Y por esta razón el Sacerdote, en nombre y representando todo el pueblo sacerdotal, lo Ofrece a Dios Padre como Víctima de Oblación agradable a Él y salvadora para las personas y la humanidad. Este es el verdadero Ofertorio
(Continuaremos el tema en los próximos números de esta hoja litúrgica).
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