Rincón Litúrgico n° 14: LA IGLESIA EN CUARESMA.
Para la Iglesia –somos todos los bautizados- la Cuaresma es el memorial de Cristo y es también el tiempo propicio para participar en su historial de camino hacia la Pascua. Para vivir este tiempo de gracia, la Iglesia debe vivir tres dimensiones de vida:
- Un camino de fe: la inspiración bautismal de este tiempo litúrgico de Cuaresma invita a todos los cristianos revivir con intensidad la alianza bautismal. El mensaje y la vida de Jesús iluminan continuamente el camino de Fe. La Palabra de Jesús nos llama a creer en el Evangelio, fruto de una verdadera conversión cristiana (Mc 1,15). Convertirse, para la Iglesia, significa medirse con Jesucristo, la Palabra viva de Dios.
- Una escucha más asidua de la Palabra: Un camino de fe no puede recorrerse sin una referencia explícita a la Palabra que la Iglesia distribuye generosamente en este tiempo. En la montaña de la Cuarentena Jesús vence al Maligno con la Palabra de Dios y demuestra que Ella es el verdadero alimento del cristiano. En la Transfiguración se oye la voz de Dios Padre que revela su Palabra: “¡Escúchenlo!” En Cuaresma la Iglesia da un espacio más amplio a la Palabra leída y meditada, con el pan diario de la Palabra en la Eucaristía y en la Liturgia de las Horas y con apropiadas celebraciones de catequesis bíblica.
- Una oración intensa: El Cristo orante que se nos presenta en los dos primeros domingos de la Cuaresma coloca a la Iglesia ante una exigencia interior: La oración personalizada e historizada a partir de la Palabra atentamente escuchada y meditada. Jesucristo vive así su Pascua. Y la Iglesia es invitada a una oración más intensa.
Estas tres dimensiones del mensaje del Evangelio configuran la vida y la labor evangelizadora del discípulo-misionero, además de prepararnos intensamente a la Semana Santa.

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