DOMINGO, 28 DURANTE EL AÑO
Mensaje del profeta Isaías 25, 6-10a
Este pasaje hace parte del llamado «apocalipsis de Isaías» (capítulos 24 al 27). La lectura recoge, bajo el símbolo de un banquete que Dios ha preparado para todos los pueblos (cf. Mt 8. 11; 22. 2-14; Ap 19. 9) un festín mesiánico que anuncia que Dios va reinar sobre todas las naciones (Is 24, 23).
La montaña de Sión es la morada de Dios, que en adelante no sólo los israelitas subirán para adorarlo, sino todos los pueblos. En este encuentro de todas las naciones desaparece toda forma de diferencias (vv 6-7). La destrucción de la muerte, que se menciona en el v 8, tiene el mismo significado que en Is. 11,9: “No harán daño ni estrago por todo mi Monte Santo, porque se llenará el país de conocimiento del Señor, como colman las aguas el mar”.
No debemos perder de vista que, a este festín suntuoso, de manjares suculentos, sustanciosos y de vinos agradables, están invitados todos los pueblos. Junto a este banquete se mencionan elementos que marcan un cambio profundo en el pueblo: desaparece toda tristeza y todo velo de duelo; la muerte queda aniquilada para siempre, el Señor enjuga todas las lágrimas y aleja toda humillación.
En la nueva Jerusalén, el banquete es una respuesta a los anhelos del pueblo, a los que pusieron siempre su esperanza en Dios: «Aquí esta nuestro Dios de quien esperábamos la salvación … alegrémonos y hagamos fiesta pues él nos ha salvado».
Textos Paralelos
Is 16,6-14; Mt 8,11; Jn 6,51.54; 1 Cor 15,26-54; Ap 7,17; 21,4.
Mensaje de la carta a los Filipenses 4, 12-14. 19-20
Hoy leemos el final de la carta a los Filipenses. En su despedida san Pablo se despide y agradece la ayuda económica que le han enviado, que le ayudo a confrontar las dificultades que estaba pasando. Les hace saber, además, lo contento que está porque se acordaron de él.
La iniciativa de la ayuda partió de los mismos filipenses, el Apóstol aprecia este gesto y lo acepta, de hecho, no era su comportamiento habitual, el de pedir ayuda, sino al contrario (cf. 1 Tes 2,5-9; 2 Tes 3,7-9; 1 Cor 9,4-18; 2 Cor 11,7-10; 12,13-18) se resistía a solicitar ayuda para vivir, prefería cubrir sus necesidades con su propio trabajo. Quizá fue por razones personales que aceptó la ayuda de los filipenses, ayuda que ya había aceptado en una anterioridad oportunidad (v. 15s).
Por otro lado, san Pablo quiere dejar en claro que no busca su dinero, porque ha aprendido a arreglarse con lo que tiene, así cuando tiene demás y cuando estaba en carestía (v. 11s). Hasta ahora ha salido a flote de todas las dificultades, porque confía plenamente en Dios: «Todo lo puedo en aquel que me conforta» (v. 13). En todo caso no recrimina la ayuda que ha recibido, sino que dice a los filipenses: «Han hecho bien en compartir mi tribulación» y, por eso, recibirán la recompensa que Jesús ha prometido a los que actúen así. San Pablo termina con una alabanza a Dios Padre, que pone punto final a la carta, antes de las salutaciones finales.
Textos Paralelos
2 Cor 12,9s; Col 1,29; Hch 16,12-40; Hch 17,1; Gn 8,21; 2 Cor 2,15; Flp 2,17.
Mensaje del Evangelio de San Mateo 22, 1-14
En el Evangelio de hoy, Jesús propone otra parábola sobre el Reino de los Cielos y los destinatarios son los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, aquellos que se consideraban a sí mismos como los únicos receptores de la salvación, y quienes son los rechazan la invitación a la fiesta de la boda.
El Señor compara el Reino de Dios con un banquete nupcial, imagen que era muy conocida. En la primera lectura el profeta Isaías nos describe el banquete que Dios preparará en los tiempos mesiánicos, para todos los pueblos. Esta es sin duda una gran noticia: “El Señor prepara un festín de manjares suculentos, un festín de vinos añejados, manjares deliciosos, vinos generosos (…). El Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros” (cf. Is 25,6-10). Las comidas tenían una función social muy importante, eran espacios en los que se confirmaba el status de las personas y su lugar dentro de la escala social. Estos banquetes eran también un medio para estrechar lazos, para sellar alianzas y relaciones.
A la hora del comienzo del banquete se avisaba a los invitados, según la costumbre del oriente por los criados del anfitrión. En esta primera invitación los invitados se niegan a participar de la boda, ante esta negativa el anfitrión hace repetir el llamado a la boda a través de otros servidores, pero los invitados no hacen caso a la invitación, alegando excusas, afirmando que tienen cosas más importantes que hacer. Con todo el banquete nupcial no se suspende, en lugar de los primeros invitados que son considerados ahora como indignos de la invitación, los criados salen por segunda vez por encargo del rey, a los cruces de camino donde invitan a todos los que encuentran sin distinción alguna “buenos y malos”, quienes no tardan en aceptar la invitación. Como se puede observar esta segunda invitación va dirigida a todos los pueblos, mostrando así que la salvación alcanza a todo el mundo.
En la parte final, el evangelio incorpora otra parábola: en el que san Mateo quiere dejar en claro que no es suficiente con haber aceptado la invitación al banquete nupcial. Para entrar al banquete del Reino, es necesario tener un estilo de vida que ponga en práctica las enseñanzas de Jesús. El comensal al que se dirige el rey con palabras tan severas no tenía el traje apropiado, llegando a ofender al anfitrión vestido inapropiadamente. En definitiva, Dios hace la invitación a todos, a participar en el banquete del Reino, pero solo serán admitidos aquellos que hayan respondido a la invitación cambiando su estilo de vida: “Porque muchos son los invitados, pero pocos los elegidos” (Mt 22,14).
Textos paralelos
Lc 14,16-24; Mt 21,35; Mc 12,13-17; Lc 20,20-26.
Por: Javier Silva Aparicio
Responsable de la Sección de Animación Bíblica
Área de Evangelización – CEB
