DOMINGO 25 DURANTE EL AÑO
Mensaje del profeta Isaías 55, 6-9
El Profeta exhorta a la conversión, a la búsqueda sincera de Dios. esta conversión significa también renunciar a todo aquello nos aleja de su amor y de sus mandamientos: “Que el malvado abandone su camino y el hombre perverso, sus pensamientos” (7a).
Isaías insiste en abrir el corazón a una confianza sin límites: “Que vuelva el Señor, y él le tendrá compasión, a nuestro Dios, que es generoso en perdonar”. (7b).
Uno de los aspectos de la grandeza infinita de Dios es su capacidad de perdonar (vv. 6-7). En el perdón Dios manifiesta especialmente su poder y su bondad inacabable, de hacer todo nuevo. Basta dejar un resquicio de arrepentimiento para que Dios derrame su compasión.
En primer lugar, el profeta pide que no se mida a Dios según los criterios que nosotros entendemos y usamos. Y luego explica cuán diferente es la generosa magnanimidad de Dios de nuestro egoísmo: “Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes”. (v. 9).
La conversión suele referirse a un cambio de conducta, en hacer bien lo que uno hacía mal. Sin embargo, el texto apunta a una conversión más profunda y radical, es decir, a un cambio de criterios y de mentalidad, la transformación de nuestro modo de ver y valorar las personas. Se trata de salir de la estrechez mental impregnada de egoísmo, de intereses propios para dejarnos iluminar por el Señor y su Palabra.
Textos Paralelos
Sal 145,18; Os 5,6; Zac 1,3; Lc 15,20; Sal 103,11; 2 Cor 9,10; Is 41,19;
Mensaje de la carta a los Filipenses 1, 20b-26
El Apóstol está en la cárcel cuando escribe a los filipenses (v. 13) situación que no limita la expansión del evangelio. En lugar de disminuir el anuncio de la Buena Nueva de Cristo, la prisión del Apóstol ha provocado mayor difusión, ya que el Resucitado es anunciado no sólo por aquellos que lo hacen por amor a Cristo, sino, también rivales suyos (vv. 15-17) pensando que así aumentan más los sufrimientos de san Pablo, pero se engañan a sí mismos.
Luego san Pablo habla de su vida y de su muerte, resumiéndolo en una frase propia: “Porque para mí vivir es Cristo y morir ganancia” (v. 21). Su destino personal no importa: con tal que se anuncie a Cristo.
Por el Señor está dispuesto a todo. Tanto que se siente internamente arrastrado en dos direcciones, por el deseo de estar con Cristo: “Que es con mucho lo mejor” y por la necesidad de seguir viviendo en este mundo. Pero no le corresponde decidir a él. Sin embargo, sabe que se quedará todavía aquí, para satisfacción y provecho de los creyentes.
Textos Paralelos
Gál 2,20; Col 3,3s; 2 Cor 5,6-9.
Mensaje del Evangelio de San Mateo 19, 30-20, 16
El Evangelio consta de tres partes. En la primera (vv.1-7) un propietario contrata a varios obreros para que trabajen en su viña; con los de la mañana se compromete a pagarles un denario; a los del medio día les pagará lo que sea justo; y a los de la tarde no precisa lo que vaya a pagarles. En la segunda parte (vv. 8-12), el propietario ordena a su administrador que pague a los obreros empezando por los últimos y pague a todos un denario. Los contratados a primera hora protestan y discuten con el amo, tachándole de injusto. En la tercera parte el dueño de la viña justifica su manera de obrar (vv. 13-16).
El texto presenta a un propietario de una hacienda que sale a contratar trabajadores para su viña. La diversidad en la duración del trabajo pone de relieve la enseñanza central de la parábola. Al terminar la tarde el propietario llama a su administrador para que pague a los trabajadores su jornal. El jornal diario era un denario. Según la ley del Antiguo Testamento el salario debía pagarse el mismo día en que había sido realizado el trabajo (Lv 19,13; Dt 24,15). El dueño de la viña manda a su mayordomo que pague a los obreros en orden inverso a como habían sido contratados y que todos reciban la misma cantidad, detalles que le dan sentido al mensaje de la parábola. Las protestas de los obreros que llegaron a primera hora no tendrían razón si no hubiesen visto que los de la última hora recibían también un denario. Es entonces acusan de injusto al dueño de la viña.
El punto central de la enseñanza de la parábola está en el versículo 15 “¿No puedo hacer lo que quiero con lo mío” ¿O es que tienes envidia porque yo soy bueno?” Como el dueño de la viña es Dios, la parábola pone todo su acento en la libertad con la que actúa. Actuación divina que, juzgada con criterios humanos resulta incomprensible. La recompensa que Dios otorga al ser humano será siempre por gracia. Las personas no tienen derecho a exigir explicaciones a Dios. Dicha recompensa tiene su último fundamento en la gracia concedida por el Señor.
Textos paralelos
Mt 20,16; Lc 13,30; Lev 19,13; Dt 24,14s; Rom 9,19-21
Por: Javier Silva Aparicio
Responsable de la Sección de Animación Bíblica
Área de Evangelización – CEB