Los documentos del Concilio Vaticano II son: cuatro Constituciones, tres Declaraciones y nueve Decretos; entre los últimos el Decreto Unitatis Redintegratio que promueve la restauración de la unidad entre todos los cristianos.
El Decreto afirma que son varias los caminos para practicar el ecumenismo:
Trabajar por la unidad afecta a todos, tanto a fieles como a pastores y debe hacerse en todo momento.
La reforma de la Iglesia, como llamado perenne de Cristo para aumentar la fidelidad a su vocación. Toda la renovación que se realiza a través del movimiento bíblico y litúrgico, la predicación de la palabra de Dios y la catequesis, el apostolado de los seglares, las nuevas formas de vida religiosa, la espiritualidad del matrimonio, la doctrina y la actividad de la Iglesia en el campo social; auguran el progreso del ecumenismo.
La conversión interior. El verdadero ecumenismo no puede darse sin la conversión interior. Cuanto más se esfuercen los fieles por llevar una vida más fiel al Evangelio, mejor promoverán y realizarán la unión de los cristianos.
La oración unánime. El alma de todo el movimiento ecuménico es la oración tanto pública como privada por la unidad de los cristianos, la conversión del corazón y la santidad de vida. Se debe tomar en cuenta que no es lícito no es lícito considerar la comunicación en las funciones sagradas como medio que pueda usarse indiscriminadamente para restablecer la unidad de los cristianos.
El conocimiento mutuo de los hermanos. Es preciso que los católicos, debidamente preparados, adquieran mejor conocimiento de la doctrina y de la historia de la vida espiritual y cultural, de la psicología religiosa y de la cultura peculiares de los hermanos.
La formación en ecumenismo. Es necesario que las instituciones de la sagrada teología y de las otras disciplinas, sobre todo, históricas, se expliquen también en sentido ecuménico, para que respondan lo más posible a la realidad. Es muy conveniente que los que han de ser pastores y sacerdotes se imbuyan de la teología elaborada de esta forma y que los católicos empeñados en obras misioneras donde hay otros cristianos conozcan los problemas y los frutos que surgen del ecumenismo en su apostolado.
La forma de expresar y de exponer la doctrina de la fe. Es de vital importancia para el camino ecuménico la exposición clara de nuestra doctrina, no se debe caer en el falso irenismo.
La cooperación con hermanos de otras denominaciones. Si bien todos los cristianos deben confesar su fe en Dios uno y trino y en su Hijo como Redentor y Señor nuestro, al mismo tiempo están llamados a colaborarse ampliamente en el campo social, en la defensa de la dignidad de la persona, procurando la paz, en el progreso de las ciencias y artes, y en remediar toda forma de sufrimiento que aqueja a la humanidad.