El 25 de julio se cumple el aniversario 1698 del final del primer concilio Ecuménico de la Iglesia que tuvo lugar en Nicea en el 325. En dos años se celebrará el aniversario 1700 de este Concilio que coincidirá con el Jubileo 2025 convocado por el Papa Francisco con el lema: “Peregrinos de esperanza”.
A lo largo de la historia se han celebrado 21 Concilios Ecuménicos, cada uno centrado en un tema distinto. El último celebrado por la Iglesia fue el Concilio Vaticano II.
El Concilio de Nicea es importante para la unidad de los cristianos porque en éste se formuló la confesión trinitaria y cristológica que reconoce a “Jesús, Dios verdadero de Dios verdadero, consustancial con el Padre” que nos reúne a todos los bautizados.
“El Credo de Nicea se ha convertido en la base de la fe cristiana común, dado que el Concilio de Nicea tuvo lugar en un momento en el que la cristiandad todavía no había sido desgarrada por las numerosas divisiones sucesivas. El Credo del Concilio une todavía hoy a todas las Iglesias y las comunidades eclesiales cristianas, y su importancia ecuménica es muy grande. De hecho, la recomposición ecuménica de la unidad de la Iglesia presupone un acuerdo sobre los contenidos esenciales de la fe, un acuerdo no solo entre las Iglesias y las comunidades eclesiales de hoy, sino también un acuerdo con la Iglesia del pasado y, sobre todo, con su origen apostólico. El 1700º aniversario del concilio de Nicea será una ocasión provechosa para conmemorar este concilio en comunión ecuménica y para reflexionar de forma renovada sobre la profesión de fe cristológica”. (Kurt Koch, Caminando juntos: la sinodalidad desde un punto de vista ecuménico).