Rincón Litúrgico n26

Rincón Litúrgico n° 26: LITURGIA DE LA EUCARISTÍA (Segunda entrega)

Este número continúa el tema 25 publicado el domingo 33 Durante el Año (18 de noviembre 2018). En esta oportunidad profundizaremos lo que se refiere a las OFRENDAS.

Esta parte de la Liturgia de la Eucaristía era muy sencilla en la Iglesia de los primeros siglos. El rito fue creciendo y haciéndose más y más importante. Ya en el siglo siete hay una procesión para llevar los dones al altar. Los fieles llevaban pan y vino y otros dones para el servicio de sustento y caridad de la comunidad. Luego los dones ya no son especies sino en monedas y esto originó nuestra ‘colecta’.

Profundicemos los ritos de las ofrendas:

  1. La procesión de ofrendas: La Iglesia ha restaurado la procesión de ofrendas en forma sencilla: “Al comienzo de la liturgia eucarística se llevan al altar los dones que se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Cristo” Es de alabar que el pan y el vino lo presenten los mismos fieles. También se puede aportar dinero u otras donaciones para los pobres. Un Salmo o un canto apropiado acompaña la procesión. Evitar largas procesiones, incluso se hacen moniciones para cada ofrenda. Muchas de ellas no tienen sentido, ni significado litúrgico.
  2. Los dones eucarísticos: Son el pan y el vino.

Jesús usó muy probablemente el pan sin levadura propio del rito pascual. La Iglesia de los primeros tiempos usaba normalmente pan con levadura hasta que el año 900 se llega, en Occidente, al uso exclusivo de pan sin levadura. Las iglesias de Oriente usan pan con levadura. El vino eucarístico debe ser vino real, es decir, proveniente de la vid y sin destilar. Jesús tomó el pan y el vino para expresarnos el don total a Dios, su Padre y a nosotros en la Presencia continua de su Pascua.

Al vino se le añade unas gotas de agua. Según los padres de la Iglesia, por ejemplo san Cipriano, se mira en el vino y en el agua la unión de Cristo y los cristianos.

  1. Colocación de los dones en el Altar: Al tiempo que coloca el Sacerdote el pan y luego el vino sobre el altar, recita una oración privada, aunque se puede en ocasiones hacer en voz alta. Modalidades: El Sacerdote dice las fórmulas en silencio; si no hay canto: las puede decir en voz alta; en este caso el pueblo aclama: ‘Bendito seas…’; canto que acompaña y ambienta el rito; música apta de fondo; todo en silencio. No se trata, de ninguna manera, de “ofertorio”. Por eso, al tiempo que dice las oraciones el Sacerdote, NO eleva los dones.
  2. La incensación: Los dones y el Altar, luego el Sacerdote y Oficiantes, y Pueblo de fieles, son incensados en signo de veneración.
  3. El lavatorio de las manos: Lavarse las manos en señal de una purificación en profundidad es un gesto muy antiguo. El Sacerdote recita en secreto, al tiempo que se lava las manos, el Salmo 51,2.
  4. La oración sobre las Ofrendas: Se inicia con una monición: “Oren hermanos…”, seguida de la respuesta de la Asamblea: “El Señor reciba de tus manos…” Los fieles, en pie, se unen al contenido de la oración sobre las ofrendas.

(En el siguiente número estudiaremos la Plegaria Eucarística).