Como parte de las celebraciones del Sínodo de la Sinodalidad, el Papa Francisco presidió una oración ecuménica junto a los Padres y Madres sinodales y los Delegados Fraternos al Sínodo, en la Plaza de los Protomártires Romanos, el 11 de octubre, conmemorando el aniversario del inicio del Concilio Vaticano II, destacado por el inicio oficial de la Iglesia Católica en el movimiento ecuménico.
En su homilía el Papa Francisco destacó la importancia de estar reunidos con los Delegados Fraternos al Sínodo y hermanos de otras Iglesias cristianas, afirmando que la unidad de los cristianos y la sinodalidad están conectadas y que el camino de la sinodalidad debe ser ecuménico.
El Papa Francisco señalo que la unidad es una gracia y por tanto es un don imprevisible, que la unidad es un camino que se hace caminando, que la unidad es armonía en la diversidad de los carismas suscitados por el Espíritu Santo y que la unidad de los cristianos es necesaria para su testimonio ya que la división “es piedra de escándalo para el mundo y obstáculo para la causa de la difusión del Evangelio por todo el mundo” (Unitatis Redintegratio, 1).
“Mira con bondad a tus fieles Señor
y derrama clemente sobre tu pueblo los dones del Espíritu
para que crezcan sin cesar en el amor de la verdad
y en la búsqueda sincera y esfuerzo común,
encuentren la perfecta unidad de los cristianos”.
Se puede ver la vigilia ecuménica en el siguiente enlace: https://fb.watch/vheGY3i-Ku/
El texto completo de la homilía del Papa Francisco se presenta a continuación: