Mons. Luis Durán participó en el “Encuentro Interreligioso por la Paz” convocado por el Diálogo Interreligioso Boliviano en representación de la Conferencia Episcopal Boliviana.
Mons. Durán destacó que Jesucristo dijo: “La paz les dejo, les doy mi paz, y no como la da el mundo” (Jn 14,27) y que en la Iglesia Católica se recuerdan y celebran esas palabras en cada Eucarística, en el rito de la paz, cuando el sacerdote invita a todos a “darse fraternalmente la paz en el espíritu de Cristo resucitado”.
Reconoce que la paz es un don de Dios, pero que también se la construye, se trabaja por ella y que es un signo distintivo de pertenencia a la familia de Dios tal como dicen las bienaventuranzas: “Felices los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios” (Mt 5,9).
Mons. Durán recordó las palabras del Papa Francisco en la encíclica Fratelli tutti: “El camino hacia la paz no implica homogeneizar la sociedad, pero sí nos permite trabajar juntos” (228) por el bien común. “Los procesos de una paz duradera son ante todo transformaciones artesanales obradas por los pueblos, donde cada ser humano puede ser un fermento eficaz con su estilo de vida cotidiana (231). Todos, desde el lugar en el que se encuentren pueden y deben trabajar por la paz reconociendo que el aporte de cada uno es fundamental.
Afirmó que entre las religiones es posible un camino de paz tomando como punto de partida la mirada de Dios porque “Dios no mira con los ojos, Dios mira con el corazón; el amor de Dios es el mismo para cada persona sea de la religión que sea” (FT 281); y que los líderes religiosos están llamados a ser auténticos dialogantes a trabajar en la construcción de la paz no como intermediarios, sino como auténticos mediadores.
Recordó que los líderes y representantes se reunieron para pedir por la paz, para “cultivar y hacer crecer una cultura de paz”, reconociendo que este encuentro ya es un aporte a la construcción de la paz porque se muestra a la sociedad que la unidad y el diálogo son posibles entre quienes profesan diferentes religiones y espiritualidades.
Invocó a todos a entablar procesos permanentes de diálogo y de encuentro, para la resolución de conflictos porque “los enfrentamientos entre hermanos son un fracaso de la política y de la humanidad” (FT 261). Terminó su participación con una oración del Papa Francisco:
“Señor y Padre de la humanidad, que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad, infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal. Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz. Impúlsanos a crear sociedades más sanas y un mundo más digno, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras”. Amén.
