PRIMERA LECTURA
La lectura del libro de Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b nos llama a hacer una elección consciente a quién servir, reflejando nuestra fidelidad a Dios mediante el cuidado de su creación. Así como el pueblo de Israel decidió servir al Señor, reconociendo sus obras y protección, hoy somos invitados a ver en la naturaleza la manifestación de la grandeza de Dios y asumir nuestra responsabilidad de protegerla. Cuidar la creación es una forma concreta de servir a Dios, mostrando gratitud y compromiso al preservar la vida y la belleza del mundo que Él nos ha confiado. Cada acto de cuidado hacia la tierra y sus criaturas es un testimonio de nuestra fe y devoción a Dios.
SALMO RESPONSORIAL
El Salmo 33, 2-3. 16-23, nos invita a reconocer la bondad de Dios en la Creación con el llamado “¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!” Al experimentar esta bondad a través de la naturaleza, somos impulsados a cuidarla como un acto de alabanza y gratitud. El Señor escucha a los justos y los protege, lo que nos motiva a actuar con justicia también hacia el medio ambiente. El cuidado de la creación se convierte así en una respuesta a la bondad divina, un modo de vivir en armonía con la voluntad de Dios, protegiendo y preservando la casa común que refleja su amor y bondad.
SEGUNDA LECTURA
La carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 5, 21-33 nos llama a reflejar nuestra relación con la creación el mismo amor y respeto que san Pablo exhorta en las relaciones humanas. Así como los esposos deben cuidar y amar a sus esposas como a su propio cuerpo, estamos llamados a cuidar la creación con dedicación y responsabilidad, reconociéndola como parte del “cuerpo” que Dios nos ha confiado. Al igual que Cristo se entrega por la Iglesia para presentarla sin mancha, debemos actuar con amor sacrificial hacia la naturaleza, protegiéndola y preservándola. Este respeto mutuo y cuidado refleja nuestra fe y compromiso con la misión de Cristo, asegurando un mundo natural sano para futuras generaciones.
EVANGELIO
El Evangelio según san Juan 6, 60-69 nos recuerda que las palabras de Jesús son Espíritu y Vida, invitándonos a ver más allá de lo material y reconocer la dimensión espiritual de la creación. Cuidar la creación es, por tanto, una expresión de nuestra fe, un llamado a vivir en armonía con el entorno que Dios nos ha confiado. Como discípulos, al igual que Simón Pedro, debemos adherirnos a las enseñanzas de Cristo, reconociendo que proteger la vida en todas sus formas, preservar los recursos naturales y cuidar nuestro planeta son responsabilidades que reflejan nuestro compromiso con las palabras de Vida eterna que Él nos ofrece.
A MODO DE CIERRE
Tal como el pueblo de Israel eligió servir al Señor y como el salmista exclamó la bondad divina en la naturaleza, estamos invitados a servir a Dios protegiendo nuestra casa común, actuando con justicia y amor hacia el medio ambiente. San Pablo nos recuerda el cuidado sacrificial que debemos tener hacia lo que Dios nos ha confiado, y el Evangelio nos impulsa a vivir en armonía con la Creación, reflejando nuestra fe a través de acciones concretas. En palabras del Papa Francisco, “El entorno humano y el entorno natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social” (Laudato Si’n° 48). Que esta reflexión nos inspire a vivir nuestra fe cuidando la creación como un acto de amor al Creador, hacemos llegar un saludo de felicitaciones a todos los Catequistas que en proximidad al Dia internacional del Catequista (21de agosto) celebran este día, gracias catequistas por entregar su vida, su tiempo en la formación de niños, jóvenes y adultos, gracias por transmitir el cuidado de la creación.
Por E. Marcial Riveros Tito
