La reflexión dominical para este domingo nos indica que somos llamados a contemplar la bondad de Dios manifestada en la Creación y asumir nuestra responsabilidad de cuidarla. A través de las lecturas, veremos cómo Dios provee a sus hijos, desde el sustento a Elías con agua y alimento, hasta el pan de vida ofrecido por Jesús, mostrándonos la generosidad de Dios al proveernos lo necesario para vivir, profundicemos:
PRIMERA LECTURA
La Lectura del primer libro de los Reyes 19, 1-8, muestra cómo Dios provee a Elías con alimentos y agua, elementos de la Creación, para revitalizarlo y darle fuerza en su viaje. Desde una perspectiva ecológica, esta lectura nos invita a reflexionar sobre nuestro deber de cuidar de la Creación como un acto de gratitud hacia Dios, quien nos provee a través de ella. Los elementos clave para cuidar la creación incluyen la conservación del agua, la protección de los alimentos naturales y el respeto por los recursos que nos son dados. Al igual que el ángel que ofrece a Elías lo necesario para sobrevivir y cumplir su misión, estamos llamados a ser custodios responsables de estos dones, asegurando su disponibilidad para las generaciones futuras. Así, al cuidar de la Creación, no solo atendemos a nuestras necesidades materiales, sino que también agradecemos la divina providencia y contribuimos al bienestar común.
SALMO RESPONSORIAL
El Salmo 33, 2-9; nos invita a experimentar y reconocer la bondad del Señor a través de la Creación: “¡Gusten y vean que Bueno es el Señor!” este llamado nos inspira a valorar la naturaleza como un reflejo de la generosidad divina y a asumir nuestra responsabilidad de cuidarla. La alabanza a Dios se extiende más allá de las palabras, implicando acciones concretas como la conservación de recursos naturales, la protección de la biodiversidad y la promoción de prácticas sostenibles. Estos esfuerzos no solo honran a Dios, sino que también garantizan un ambiente seguro y saludable para todos. Al cuidar la creación, respondemos a la bondad del Señor y reflejamos su amor en nuestras acciones, protegiendo la casa común.
SEGUNDA LECTURA
La carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 4, 30-5, 2; nos invita a vivir en armonía y amor, evitando toda forma de maldad y practicando la bondad y la compasión. Ese llamado a no entristecer al Espíritu Santo y a ser buenos, compasivos resuena con el deber de proteger y respetar la naturaleza. Al igual que somos llamados a tratar a nuestros hermanos con amor y compasión, debemos tratar al medio ambiente con el mismo respeto, evitando acciones que lo dañen, como la contaminación y la explotación excesiva de recursos. Estos actos no solo entristecen al Espíritu Santo, sino que también ponen en peligro el bienestar de la creación y de las generaciones futuras. Practicar el amor, a ejemplo de Cristo, se traduce en un compromiso activo con la protección de nuestra casa común, asegurando que la creación sea un testimonio vivo de la bondad y el amor de Dios.
EVANGELIO
En el Evangelio de Juan 6, 41-51, Jesús se presenta como el “pan bajado del cielo” y el “pan de Vida”, enfatizando que quien lo recibe tiene vida eterna. Esta imagen del pan, un alimento esencial y cotidiano, simboliza no solo el sustento espiritual que Jesús ofrece, sino también la generosidad de la creación que Dios nos ha dado. Desde una perspectiva ecológica este pasaje nos invita a reconocer que, así como necesitamos el pan para nuestra vida física y a Cristo para nuestra vida espiritual, dependemos de la creación para nuestro bienestar. La naturaleza, como el pan de cada día, es un regalo que debe ser apreciado, protegido y compartido equitativamente.
Cuidar la creación, entonces, se convierte en una forma de responder al don de la vida y al amor de Dios, los elementos clave incluyen la conservación de los recursos naturales, la lucha contra el desperdicio y la contaminación, y el compromiso con prácticas sostenibles que respeten la integridad de la naturaleza. Al cuidar de la tierra, no solo aseguramos el sustento para nosotros y las futuras generaciones, sino que también participamos en la obra de Dios, quien quiere que toda la creación tenga vida y la tenga en abundancia, porque al proteger el medio ambiente y compartir sus frutos de manera justa, vivimos la enseñanza de Jesús de ser “pan para la vida del mundo”, promoviendo una comunión armoniosa con toda la creación.
A MODO DE CIERRE
Las lecturas bíblicas para la liturgia de este domingo nos invitan a actuar con gratitud y responsabilidad hacia los dones de la naturaleza, conservando los recursos naturales, protegiendo la biodiversidad y adoptando prácticas sostenibles. Al hacerlo, no solo damos gracias a Dios, sino que también cuidamos nuestra casa común y garantizamos un futuro saludable y justo para todos. En la encíclica Laudato Si’ nos recuerda: “decir “Creación” es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado. La naturaleza suele entenderse como un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la creación sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal” (LS 76). Inspirados por esta visión, estamos llamados a practicar el amor y la compasión no solo entre nosotros, sino también hacia la naturaleza, protegiendo la casa común que nos ha sido confiada para garantizar un futuro sostenible y justo para todos.
Por E. Marcial Riveros Tito