PRIMERA LECTURA: 2Reyes 4,42- 44. Comerán y sobrará.
El texto presenta al profeta Eliseo hablando de «la gente.» El ambiente es cultual. Los veinte panes de cebada y el grano reciente en la alforja que alguien Ileva al profeta son las primicias que era necesario ofrecer en la fiesta de Pentecostés (Lv 23,15-22). En este contexto (que rememora la alianza en el Sinaí), la multiplicación de los panes quiere «superar» el sentido del maná en el desierto (Ex 16). Todos podían recoger tanto como necesitaran. Aquella comida servía para ver si el pueblo obraba según la Palabra de Dios (Dt 8,1-6). El tema de la Palabra de Dios aparece en la lectura: «Así habla el Señor: ‘Comerán y sobrará.’ «Entonces el criado se los sirvió, todos comieron y sobró.» La multiplicación de la comida remite a la abundancia de la Palabra de Dios, verdadero alimento del Pueblo (Dt 8,1-6).
SEGUNDA LECTURA: Efesios 4,1-6. Un solo cuerpo, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.
San Pablo se presenta como prisionero por el Señor. Como tal, exhorta a sus lectores a que también ellos continúen fieles a la vocación que han recibido y que obren coherentemente. «Andar» es una imagen bíblica que describe la conducta moral del creyente. Las exigencias que presenta san Pablo tienen una finalidad: garantizar la unidad de la comunidad. A partir de la fórmula bautismal (un Señor, una Fe, un Bautismo), el Apóstol la prolonga formando un trío de tríos: cuerpo-Espíritu-esperanza; Señor-fe-bautismo; reina-actúa-vive. El primer trío está centrado en el Espíritu; el segundo, en Cristo, el Señor; el tercero en Dios Padre. En tal realidad, la comunidad cristiana está llamada a una vocación de unidad.
EVANGELIO: Juan 6,1-15. Distribuyó Repartió a los que estaban sentados, dándoles todo lo que quisieron.
El Evangelio de san Juan tiene en su trasfondo el relato del Éxodo: la travesía del pueblo hebreo por el desierto, guiado por Moisés, hacia la Tierra Prometida. El episodio de la multiplicación de los panes marca diferencias con el Antiguo Testamento. Desde el desierto nos trasladamos a la ribera fértil del lago; de Moisés a Jesús; de una multitud que huye a otra que busca. Dos datos importantes: la proximidad de la Pascua y el carácter profético del signo de Jesús. El hecho de que el prodigio suceda en una de las tres pascuas que menciona san Juan y las palabras de Jesús: «Tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados» nos invitan a una interpretación eucarística del signo. La reacción de la gente reconoce en Jesús al Profeta que esperaba el pueblo judío (Dt 18,15.18); es más, intentan proclamarlo rey. En la multiplicación de los panes, Jesús se revela como el Enviado de Dios que quita el hambre de fe de cada generación humana.
Preguntas de reflexión
¿Doy gracias a Dios por todas las formas de vida que recibo cada día?
En un tiempo de tanto ruido, ¿busco espacios de silencio para conversar con el Señor?
Hoja Dominical «Día del Señor»