23 octubre,2024
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Hoy celebramos la solemnidad del nacimiento de san Juan Bautista

Aunque no se conoce la fecha exacta del nacimiento de San Juan Bautista, cada año la Iglesia honra su Natividad el 24 de junio. Esto es tres meses después de la Anunciación, el 25 de marzo, ya que Isabel tenía ya seis meses cuando el ángel se le apareció a María y Jesús fue concebido (Lucas 1:24-26).

¿Cuándo es la fiesta de San Juan Bautista?

San Juan Bautista es uno de los pocos santos que tienen dos días festivos. Cada año la Iglesia celebra la Natividad de San Juan Bautista el 24 de junio, así como la fecha de su martirio que es el 29 de agosto.

¿Cómo celebra la gente la fiesta de San Juan Bautista?

Aunque no es un Día Santo de Obligación, siempre sería meritorio asistir a la Santa Misa para honrar a un santo, especialmente en sus días festivos.

En muchos países y culturas, especialmente aquellos con una larga historia católica, la gente tiene costumbres y formas de celebrar las fiestas. Por ejemplo, en Europa, el nacimiento de San Juan se celebra comúnmente como el “Día de San Juan”. Esta celebración marca tanto el solsticio de verano como el cumpleaños de San Juan, que son seis meses antes del nacimiento de Cristo. Uno de los más inusuales ocurre en la provincia de Nueva Ecija en Filipinas, donde los residentes de la aldea de Bibiclat se cubren con lodo, hojas secas de plátano, enredaderas y ramitas, lo que se conoce como el festival de la “Gente de Barro”. Celebran esta fiesta en acción de gracias por la lluvia que detuvo la ejecución de 14 aldeanos por soldados japoneses en 1944, milagro que atribuyen a San Juan Bautista.

¿Dónde está el nacimiento de Juan el Bautista en la Biblia?

El nacimiento de Juan Bautista se encuentra en el Evangelio de San Lucas, capítulo 1, versículos 57 al 60.

Llegó el momento de dar a luz a Isabel, y ella dio a luz un hijo. Y sus vecinos y parientes oyeron que el Señor le había mostrado gran misericordia, y se regocijaron con ella. Y al octavo día vinieron a circuncidar al niño; y querían llamarlo Zacarías como su padre, pero su madre dijo: “No es así; se llamará Juan.”

¿Qué dijo Jesús acerca de Juan el Bautista?

En Mateo 11:10 aprendemos específicamente lo que Jesús dijo de Juan el Bautista.

“Este es aquel de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino delante de ti.

De cierto os digo, que entre los nacidos de mujer no se ha levantado ninguno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos ha sufrido violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan; y si estáis dispuestos a aceptarlo, es Elías el que ha de venir. El que tenga oídos para oír, que oiga”. (Mateo 11:10-15).

Esta fiesta conmemora el nacimiento «terrenal» del Precursor. Es digno de celebrarse el nacimiento del Precursor, ya que es motivo de mucha alegría, para todos los hombres, tener a quien corre delante para anunciar y preparar la próxima llegada del Mesías, o sea, de Jesús. Fue una de las primeras fiestas religiosas y, en ella, la Iglesia nos invita a recordar y a aplicar el mensaje de Juan.

El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar.

Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: «No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios».

Pero Zacarías respondió al ángel: «¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?».

El ángel le dijo: «Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla».

Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.

Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen.

También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó: «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor». Y permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan.

De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración.

Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de Dios.

Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia.

Juan no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: «Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es».

Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego».

Y las gentes le preguntaron: «¿Qué es lo que debemos hacer?». Y contestaba: «El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo»…

«Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. El es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo…»

Los judíos empezaron a sospechar si el era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle «¿Tu quién eres?» El confesó claramente: «Yo no soy el Cristo» Insistieron: «¿Pues cómo bautizas?» Respondió Juan, diciendo: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de mí…»

Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: «¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo: «Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia». Entonces Juan condescendió con El.

Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias».

Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».

Entonces Juan atestiguó, diciendo: «He visto al Espíritu en forma de paloma descender del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios».

Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: «No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano»; y le echaba en cara las cosas malas que había hecho.

Entonces Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le decía.

Herodías le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio, pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera siguiendo el consejo de Juan.

Sin comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.

Estando Juan en la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús, los mandó a El para que El mismo los fortaleciera en la fe.

Llegando donde El estaba, le preguntaron diciendo: «Juan el Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a otro».

En aquel momento curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo: «Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio…»

Así que fueron los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de El es de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista…»

Llegó el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Y al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos, de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente al propio Herodes.

Entonces el rey juró a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino».

Ella salió fuera y preguntó a su madre: «¿Qué le pediré?» La adúltera, que vio la ocasión de conseguir al rey lo que tanto ansiaba, le contestó: «Pídele la cabeza de Juan el Bautista». La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: «Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».

Entonces se dio cuenta el rey de su error, y se puso muy triste porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado.

Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y santos como tú.

Con información de EWTN

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