DOMINGO SOLEMNIDAD SANTÍSIMA TRINIDAD
Mensaje del Deuteronomio 4,32-34. 39-40
El libro del Deuteronomio recoge la exhortación que hace Moisés al pueblo antes de tomar posesión de la tierra prometida. Invita a la gente a que rememoren su experiencia pasada, y verán que ninguna otra nación ha tenido una experiencia de Dios como Israel. Para confirmar lo que dice, recuerda dos sucesos prodigiosos: la teofanía de Dios en el Sinaí, donde se reveló en medio del fuego, que no trajo la muerte sino la salvación, y la liberación de la esclavitud de Egipto, guiándolos por el desierto y protegiéndolos de todo peligro.
Textos paralelos
Éx 34,6s; Éx 20,3; Dt 32,39; Is 43,10-13; Mc 12,32.
Mensaje de la carta a los Romanos 8,14-17
El Apóstol explica la importancia que tiene el Espíritu Santo en la vida del creyente. La primera dimensión de esta existencia es la de ser considerado hijo de Dios, este don gratuito de la filiación que hace libre a la persona le permite acceder a la casa paterna, y poder llamar a Dios: Abba, Padre. La segunda dimensión de esta existencia es la de heredero, es decir, que al ser hijo de Dios los creyentes se convierten en herederos en Cristo, y en la medida que se asuma el estilo de vida del Maestro, participaran también de su gloria.
Textos paralelos
Jn 1,12; Gál 4,4-7; 5,18; Lc 22,28-30; 24,26; Gál 3,16.26-29; Flp 3,10s; 1 Pe 4,13.
Mensaje del Evangelio según san Mateo 28,16-20
El Evangelio se ubica al final de la obra de san Mateo, es el último encuentro de Jesús con sus discípulos antes de ascender al Padre. Los Once se dirigen a Galilea, el Señor los ha citado en este lugar donde habían acudido en varias ocasiones (Mt 26,32; 28,7-10); es además el lugar donde Jesús comenzó su misión encomendada por el Padre, anunciando el Reino con signos y con palabras (Mt 4,12-17). Sus discípulos al verlo se postraron, reconociendo que sólo a Él se le deben todos los honores (cf. 28,9; 14,33), pero algunos dudaron. Podemos apreciar que a lo largo del Evangelio ante la actitud dubitativa de sus discípulos Jesús los califica de: «hombres de poca fe» (Mt 6,30; 8,26; 14 31; 16,8), por lo que la finalidad de este encuentro con los suyos, es para devolverles la fuerza, afianzarlos en la fe y encargarles su misión.
Luego de su manifestación como el Señor Resucitado, Jesús les comunica su autoridad y su misión, en principio declara que el Padre le ha concedido todo poder en el cielo y la tierra (cf. Dn 7,14). ). Luego confía a los suyos la tarea que deben realizar (Mt 28,19-20), que es la de hacer discípulos a todas las gentes, cumpliendo dos condiciones básicas: el Bautismo y la enseñanza. El Bautismo que es la señal, la íntima vinculación del discípulo con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y la enseñanza, que consiste en dar a conocer todo lo que el Señor había dicho y había hecho, que el discípulo debe aprender y ponerlas en práctica (Mt 7,21-27). Finaliza su encuentro con una gran promesa: “Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.”
Textos paralelos
Mc 16,15s; Lc 24,47; Hch 1,8; 2,38.
Colaborador: Javier Silva
Sección Animación Bíblica de la Pastoral
Área de Evangelización – CEB
