DOMINGO 3 DE CUARESMA
Mensaje del Éxodo 20,1-17
El texto inicia con una autorrevelación del Dios de la Alianza: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te ha liberado de la esclavitud de Egipto”, trae a la memoria la acción liberadora y salvífica de Dios cuando sacó a su pueblo de la servidumbre de Egipto, y lo acompaño en su camino por el desierto. Se presentó además como el único Dios: “No tendrás otro dios fuera de mi” (Ex 20,3 cfr. Dt 6,4); por tanto, se debe reservar para Él, toda forma de adoración, y de abstenerse dar culto a otros dioses. Y exhorta al pueblo con el que realiza la Alianza, a que se comporte según las exigencias del “Decálogo”, que son el camino de una vida en armonía con Dios y con el prójimo.
Textos paralelos
Éx 34,10-27; Lev 19,1-18; Dt 5,6-22; Mt 5; 19,16-22; Dt 4,15-20; Núm 15,32-36; Dt 5,12-15; 2 Crón 36,21; Lc 13,14; Ef 6,2-6; Rom 13,9; Sant 2,11; Heb 12,18s.
Mensaje de la 1 Carta a los Corintos 1,22-25
El Apóstol sale al paso sobre el problema de las divisiones de la comunidad de Corinto, dando a conocer el sentido profundo de la cruz. San Pablo afirma que todos los que han sido llamados por Dios, sean judíos o griegos tienen la capacidad de creer en el mensaje de la salvación que se da a través de la cruz, es decir, que la cruz en la que murió Cristo no es escándalo ni locura, por el contrario para los seguidores de Jesús, la cruz representa la fuerza y la sabiduría de Dios, pues es la que libera de los males de la sociedad y aunque parezca débil, supera en mucho al mundo.
Textos paralelos
Rom 1,19-21; Mt 12,38; Jn 2,18; Hch 17,19-23
Mensaje del Evangelio de san Juan 2,13-25
Luego de haber convertido el agua en vino en las bodas de Caná, Jesús sube a Jerusalén para celebrar la fiesta de la pascua, fiesta en la que el pueblo judío recordaba el paso de la esclavitud a la libertad (Ex 12,17; 13,10).
El templo representaba para los Israelitas el centro religioso principal, pues consideraban que era el único lugar donde Dios estaba presente, y era exclusivamente en este sitio donde se podían realizar los sacrificios de expiación de los pecados como lo estipulaba la ley (cf. Lv. 5,7; 15,14.29; 17,3). Como acudían muchos peregrinos de diversos lugares, se había hecho necesaria la presencia de cambistas y se había permitido la instalación de puestos de venta de animales que garantizaban la pureza de las mismas para el sacrificio. Lo que había convertido este centro religioso en un lugar de comercio y de enriquecimiento.
Al encontrarse Jesús con los vendedores en el templo, látigo en mano los expulsó del recinto sagrado. Tal actuación dejó a los judíos impresionados y enojados; la consideraban como inadmisible, por eso le piden una explicación, un signo que les haga comprender con qué autoridad es que actúa de esa forma. En todo caso, en el accionar de Jesús se da cumplimiento a la profecía que habla sobre la purificación del templo (cf. Zac 14,21; Jer 7,11). Jesús es el Mesías esperado, el Hijo de Dios que tiene autoridad sobre el templo: “No conviertan la casa de mi Padre en un mercado”. La acción de echar fuera del recinto del templo a los animales, anuncia que ya no son necesarios para realizar los sacrificios, es decir, que ahora se sustituye el templo, que era la institución más significativa de Israel, con el nuevo santuario que es el mismo Cristo resucitado. Jesús se constituye en el Nuevo Templo, en la Nueva y definitiva Alianza y en el lugar del encuentro definitivo de la humanidad con Dios.
Textos paralelos
Mt 21,12s; Mc 11,11.15-17; Lc 19,45s; 16: Zac 14,21; Sal 69,10; Mt 26,61; 20: Mt 12,6.38-40.
Por: Javier Silva Aparicio
Responsable de la Sección de Animación Bíblica
Área de Evangelización – CEB