Encuentros de formación misionera en torno a Hechos de los Apóstoles
Texto: Hechos 2,42-47; 20,7-12
Se reunían frecuentemente para escuchar la enseñanza de los apóstoles, y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Ante los prodigios y señales que hacían los apóstoles, un sentido de reverencia se apoderó de todos. Los creyentes estaban todos unidos y poseían todo en común. Vendían bienes y posesiones y las repartían según la necesidad de cada uno. A diario acudían fielmente e íntimamente unidos al templo; en sus casas partían el pan, compartían la comida con alegría y sencillez sincera. Alababan a Dios y todo el mundo los estimaba. El Señor iba incorporando a la comunidad a cuantos se iban salvando.
Un domingo que nos reunimos para la fracción del pan, Pablo, que debía partir al día siguiente, se puso a hablar y prolongó el discurso hasta media noche. Había bastantes lámparas en el piso superior donde estábamos reunidos. Un muchacho, llamado Eutico, estaba sentado en el borde de la ventana. Mientras Pablo hablaba y hablaba, a Eutico lo fue venciendo el sueño, hasta que, vencido por completo, se cayó del tercer piso al suelo, donde lo recogieron muerto. Pablo bajó, se echó sobre él, lo abrazó y dijo: “No se asusten, que aún está vivo”. Después subió, partió el pan y comió. Estuvo conversando, hasta la aurora y entonces se marchó. En cuanto al muchacho lo llevaron vivo y todos se sintieron muy consolados.
Estudiando y meditando
En los orígenes de las primeras comunidades cristianas, sus orígenes, la fracción del pan era un gesto significativo, se parte el pan para ser distribuido; pero, también desde sus orígenes, está marcado de un hondo contenido simbólico: la fracción del pan significa formar parte de una comunidad, entrar una comunión por obra del mismo alimento compartido. La catequesis de este gesto, en su doble dimensión cristológico eclesial, nos viene ofrecida por el mismo Pablo en el texto fundamental de 1 Cor 10,16-17.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles se tienen los llamados sumarios que son una síntesis programática de la vida de las primeras comunidades cristianas (Hch 2,42-47; 4,32-35; 5,12-16). En estos sumarios se definen los rasgos fundamentales y fundantes de las comunidades: escuchar la enseñanza de los Apóstoles, participar en la vida comunitaria, en la fracción del pan, en las oraciones y en la atención a los más necesitados. Estas características definen cómo es su vida interna y cómo asumen la misión de ser testigos de Cristo “en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra”.
En el “partir el pan”, la comunidad de Lucas reconoce los criterios fundamentales del camino de fe de los Apóstoles y el paradigma de su propio camino de fe: desde aquella intimidad con Jesús, al compartir con Él la mesa, mientras se iba desplegando ante los ojos de los discípulos la venida del reino, en el poder, la palabra y las obras del profeta de Galilea; pasando luego por la memoria de su entrega a la muerte (“por ustedes”) hasta la nueva experiencia de su presencia como Señor que los reúne en comunidad y los envía como sus testigos ante el mundo y hasta los confines de la tierra como luego se dirá en Hechos.
Profundizando
“Partir el partir el Pan eucarístico, que es Cristo mismo, es la acción misionera por excelencia, porque la Eucaristía es fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia” (Papa Francisco, Mensaje 97 Jornada Misionera Mundial).
El amor que celebramos en el Sacramento de la Eucaristía no puede ser guardado, por su naturaleza, exige ser compartido, comunicado a todos. La Eucaristía es fuente y culmen de la misión de la Iglesia porque el mundo necesita el amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en Él.
En el mensaje para la 98 Jornada Misionera Mundial, el Papa Francisco enseña sobre la perspectiva escatológica y eucarística de la misión de Cristo y de la Iglesia señalando que por la Eucaristía participamos ya del banquete divino; por esto la invitación que la iglesia hace al banquete escatológico a través de su misión evangelizadora está intrínsecamente vinculada a la invitación a la Mesa Eucarística donde el Señor nos alimenta con su Palabra, su Cuerpo y su Sangre. Estamos llamados a vivir con intensidad cada Eucaristía en todas sus dimensiones, particularmente en la escatológica y misionera.
Celebrando
Procurar participar en la adoración al Santísimo Sacramento, adorando en silencio por todas las necesidades de la humanidad.
Preparando el próximo encuentro
En el próximo encuentro reflexionaremos en torno a Hechos 5,12-16, sobre los signos y prodigios en nombre de Jesucristo.