Las lecturas del domingo nos invitan a profundizar nuestra relación con Dios, con los demás y con la Creación. Desde la Creación del ser humano en Génesis hasta el llamado a cuidar de nuestra casa común en el Salmo, se nos recuerda nuestra responsabilidad de ser custodios de lo que Dios ha hecho. La carta a los Hebreos nos enseña que, en Cristo, toda la creación tiene un propósito redentor, mientras que el Evangelio de san Marcos nos desafía a vivir con un corazón abierto y humilde. Al profundizar en estas lecturas, se nos invita a reflexionar sobre cómo podemos vivir en armonía y cuidar el mundo que Dios nos ha confiado, profundicemos mas en las lecturas:
PRIMERA LECTURA
La lectura del libro del Génesis 2, 4b. 7a. 18-24, nos invita a una reflexión sobre el cuidado de la Creación, destacando el vínculo sagrado entre la humanidad y la naturaleza. Dios crea al hombre a partir de la arcilla, mostrando nuestra conexión profunda con la tierra y todos los seres vivos. El acto de nombrar a los animales subraya la responsabilidad que el ser humano tiene hacia las criaturas, un llamado a ser cuidadores y protectores de la creación. Además, la Creación de la mujer a partir del hombre refleja una armonía fundamental entre los seres humanos y el entorno natural, recordándonos que no estamos solos en esta tarea, sino que debemos colaborar y vivir en comunión con el mundo que Dios nos ha confiado. Cuidar la creación es, por lo tanto, un acto de amor y respeto hacia el don que hemos recibido, reconociendo nuestra interdependencia y responsabilidad de preservar la vida en todas sus formas.
SALMO RESPONSORIAL
El Salmo 127, 1-6 nos invita a reconocer la bendición de Dios en todos los aspectos de nuestra vida, lo cual incluye nuestro llamado a cuidar la creación. “Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida” es una afirmación que nos recuerda que la vida en abundancia, en paz y armonía, es posible cuando seguimos los caminos del Señor, respetando y protegiendo lo que Él nos ha dado. Así como el fruto del trabajo humano, la vid fecunda y los retoños de olivo simbolizan el don de la vida y la prosperidad en el hogar, el cuidado de la creación es un fruto de nuestro trabajo consciente y respetuoso con la naturaleza. La fecundidad y el crecimiento que experimentamos en nuestra vida familiar y social están estrechamente ligados al equilibrio y respeto que mantenemos con el entorno. Este Salmo nos anima a vivir con gratitud por lo que recibimos de la tierra, asumiendo la responsabilidad de protegerla para las generaciones futuras.
SEGUNDA LECTURA
La lectura de la carta a los Hebreos 2, 9-11, nos ofrece una profunda reflexión que nos invita a cuidar la Creación, al reconocer que todo lo que existe, incluido nosotros mismos, es obra de Dios. Jesús, “por quien y para quien existen todas las cosas”, nos enseña con su sacrificio que el cuidado y el respeto por la vida son expresiones de amor y de redención. Al experimentar la muerte en favor de todos, Cristo se identifica con toda la humanidad y con la Creación misma, mostrando que somos parte de un único proyecto divino. Esta realidad nos llama a cuidar de la creación, reconociendo que todo tiene un mismo origen y que compartimos una fraternidad no solo con los seres humanos, sino también con la naturaleza que Dios creó.
EVANGELIO
El Evangelio de san Marcos 10,2-16, nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la unidad y el cuidado, no solo en las relaciones humanas, sino también en nuestra relación con la Creación. Así como Jesús reafirma que lo que Dios ha unido, el ser humano no debe separarlo, podemos ver un llamado a preservar la unidad y armonía de toda la creación. Desde el principio, Dios hizo al ser humano para vivir en comunión con el mundo, cuidándolo y respetándolo como un don. La dureza de corazón que Jesús menciona también puede referirse a nuestra indiferencia hacia la Creación, cuando actuamos de manera egoísta y destructiva. Además, Jesús nos invita a tener una actitud de apertura y humildad, como la de los niños, para recibir el Reino de Dios. Esta inocencia y pureza de corazón nos motiva a cuidar la creación con amor, sabiendo que somos parte de un todo que Dios ha creado con sabiduría y unidad. Así, el respeto por la vida y la naturaleza se convierte en un acto de fidelidad al proyecto divino, evitando romper la armonía que Dios ha dispuesto para el bien común.
A MODO DE CIERRE
Desde el Génesis, donde se revela nuestra profunda conexión con la tierra y los seres vivos, hasta el Evangelio, que nos llama a vivir en unidad con todo lo creado, somos recordados de nuestra responsabilidad de cuidar la “casa común”. La interdependencia entre la humanidad y la naturaleza nos invita a proteger la Creación con gratitud y amor, reconociendo que todo lo que existe tiene un mismo origen divino. Como dice el Papa Francisco en Laudato Si’: “Todo está interrelacionado, y esto nos invita a desarrollar una espiritualidad de la solidaridad global” (LS 240). Que esta reflexión nos impulse a vivir con un corazón abierto, cuidando con esmero la obra de Dios.
Por E. Marcial Riveros Tito
