La llamada a cuidar la Creación es un imperativo que surge tanto de nuestra fe como de la responsabilidad de preservar el mundo que Dios nos ha confiado. A través de diversas lecturas bíblicas, encontramos enseñanzas que nos invitan a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y cómo podemos ser mejores administradores de la casa común. Que las lecturas nos inspiran a actuar con sabiduría, justicia y amor hacia el mundo natural, reconociendo en cada gesto de cuidado hacia la Creación un reflejo de nuestra fe y compromiso con el Creador.
PRIMERA LECTURA
La lectura del libro de la Sabiduría 2, 12. 17-20, nos presenta al justo como defensor de la verdad y la rectitud, quien denuncia las transgresiones de aquellos que destruyen la Creación y viven alejados de los mandatos de Dios. En una interpretación en calve ecológica, el justo representa a quienes protegen el medio ambiente, mientras que los impíos simbolizan a quienes lo explotan sin reparo, desafiando el orden natural. Este pasaje nos invita a ser valientes en la defensa de la Creación, confiando en que Dios acompaña a quienes luchan por la justicia ecológica, aun cuando enfrenten pruebas y oposición, llamándonos a ser responsables con la naturaleza que nos ha sido confiada.
SALMO RESPONSORIAL
El Salmo 53, 3-6. 8, nos invita a reconocer a Dios como nuestro verdadero apoyo, especialmente cuando enfrentamos amenazas y desafíos que nos alejan de su voluntad. En una interpretación ecológica, este salmo nos recuerda que, en medio de un mundo donde la soberbia y la violencia impactan la Creación, Dios es nuestro sostén y defensor. Nos anima a acudir a Él para pedir ayuda en la defensa de la naturaleza, reconociendo que el cuidado de la casa común requiere de su poder y guía. Al afirmar “El Señor es mi apoyo verdadero”, nos inspiramos a ser agradecidos con lo que Dios ha creado y a ofrecer nuestros esfuerzos por cuidar la tierra como un servicio voluntario de amor y gratitud. Así, este texto nos impulsa a comprometernos en la protección del medio ambiente, con la confianza de que Dios está con nosotros en esta misión, defendiendo la vida y todo lo creado.
SEGUNDA LECTURA
La carta del apóstol Santiago 3, 16-4, 3; se nos presenta un fuerte contraste entre la rivalidad y las pasiones desordenadas, que conducen al mal y al conflicto, y la sabiduría que proviene de lo alto, la cual es pura, pacífica, misericordiosa y orientada al bien. Esta sabiduría nos invita a trabajar por la paz, sembrando frutos de justicia. Ahí, podemos ver un llamado claro a cuidar la Creación, evitando la rivalidad y la explotación que destruyen tanto el medio ambiente como la armonía entre los seres humanos. Las pasiones desmedidas que provocan guerras y destrucción también afectan la relación con la naturaleza, pues cuando buscamos satisfacer nuestras ambiciones sin considerar el bien común, contribuimos al deterioro del mundo que Dios nos ha confiado. La sabiduría de lo alto, en cambio, nos enseña a ser pacíficos y benevolentes, a tratar la Creación con justicia y misericordia, y a colaborar en su cuidado con actitudes sinceras e imparciales, procurando siempre el bien de todos los seres.
EVANGELIO
En este pasaje del Evangelio de san Marcos 9, 30-37, Jesús nos enseña que la verdadera grandeza está en el servicio y la humildad, especialmente hacia los más pequeños y vulnerables. Lo que nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con la Creación. Al igual que el niño, la naturaleza es vulnerable y depende de nuestro cuidado y protección. El llamado de Jesús a ser servidores de todos incluye a la Creación, recordándonos que debemos actuar con humildad y responsabilidad hacia el mundo natural. Los elementos claves para cuidar la Creación son la humildad, el servicio y el respeto por todo lo que Dios ha creado, especialmente aquello que es frágil y está en peligro. Al recibir y cuidar a la naturaleza como un don de Dios, estamos recibiendo al mismo Creador, siguiendo el ejemplo de Jesús en su servicio a los demás.
A MODO DE CIERRE
En esta reflexión dominical en clave ecológica, las lecturas nos invitan a repensar nuestra relación con la Creación, animándonos a ser protectores responsables y humildes servidores de la vida que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado. Al igual que el justo que defiende la verdad en el libro de la Sabiduría, somos llamados a denunciar las injusticias que afectan nuestro planeta, confiando en que Dios es nuestro apoyo verdadero, como nos recuerda el Salmo. Santiago nos exhorta a sembrar frutos de justicia en paz, alejándonos de la rivalidad y el desorden que tanto daño causan al ambiente. Y Jesús, al colocar a un niño en medio de sus discípulos, nos muestra que la verdadera grandeza está en el servicio humilde a los más pequeños, incluyendo la naturaleza, frágil y dependiente de nuestro cuidado. Como nos recuerda el Papa Francisco en Laudato Si’: “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental” (139). Que esta reflexión nos inspire a cuidar con amor nuestra casa común.
Por E. Marcial Riveros Tito
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