La Palabra de Dios nos ofrece una fuente inagotable de inspiración para el cuidado de la Creación, recordándonos que nuestra fe debe expresarse en acciones concretas que protejan y preserven la vida en todas sus formas. A través de las lecturas bíblicas, somos llamados a escuchar el clamor de la tierra, a asumir nuestra responsabilidad en el cuidado del medio ambiente. Estas reflexiones ecológicas nos invitan a actuar con determinación para proteger nuestra casa común y a vivir en armonía con todo lo que Dios ha creado, como parte integral de nuestra fe viva, profundicemos con la Liturgia de la Palabra para este domingo:
PRIMERA LECTURA
La Lectura del libro de Isaías 50, 5-9ª, nos invita a una escucha atenta y a una disposición firme a cumplir la voluntad de Dios, lo que en un contexto ecológico implica responder al llamado de cuidar la Creación. Al igual que el profeta no se resistió ni retrocedió ante las pruebas, nosotros somos llamados a no ignorar los clamores de la tierra y a actuar en su defensa. La confianza en que “el Señor viene en mi ayuda” nos recuerda que, aunque los desafíos ambientales sean grandes, Dios nos fortalece para perseverar en la misión de cuidar nuestro entorno. Este compromiso con la justicia y la protección de la Creación es una expresión concreta de nuestra fe y participación en el proyecto del Reino de Dios
SALMO RESPONSORIAL
El Salmo 114, 1-6. 8-9 nos invita a caminar en la presencia del Señor, reconociendo su compasión y su capacidad de salvarnos de la angustia y la muerte. Esta confianza en el Señor también nos inspira a actuar con gratitud y responsabilidad hacia la Creación. Al recordar que Él escucha el clamor de nuestras súplicas y protege a los sencillos, somos llamados a cuidar de nuestra Casa Común, escuchando el grito de la tierra y de los más vulnerables, quienes sufren las consecuencias de la degradación ambiental. “Caminaré en la presencia del Señor” significa vivir de manera consciente, respetuosa y en armonía con todo lo creado, siendo agentes de protección y restauración del medio ambiente. Cuidar la Creación es caminar con Dios en esta tierra, reconociendo su bondad y compasión reflejadas en la belleza y fragilidad de la naturaleza que nos rodea.
SEGUNDA LECTURA
La lectura de la carta de Santiago 2,14-18, nos desafía a vivir una fe que se manifieste en acciones concretas, lo cual también aplica al cuidado de la Creación. No basta con decir que creemos en la bondad de Dios si no actuamos para proteger su obra. El llamado a cuidar de los hermanos desnudos o hambrientos también se extiende a la naturaleza, que hoy clama por atención. Nuestra fe debe traducirse en acciones que promuevan el respeto y la conservación del medio ambiente. Si solo hablamos de la necesidad de cuidar la tierra sin comprometernos a prácticas sostenibles y justas, nuestra fe queda vacía. El cuidado de la Creación es una expresión tangible de nuestra fe viva, que nos impulsa a proteger la casa común y a los más vulnerables que dependen de su bienestar.
EVANGELIO
El Evangelio de san Marcos 8, 27-35, nos invita a una profunda reflexión sobre el seguimiento de Cristo, que implica renunciar a nosotros mismos y cargar con nuestra cruz. En el contexto ecológico esta enseñanza se traduce en asumir el compromiso de cuidar la Creación, aunque requiera sacrificios y un cambio en nuestro estilo de vida. Jesús nos llama a trascender los pensamientos egoístas y a vivir según la voluntad de Dios, lo que implica renunciar a prácticas que dañan el medio ambiente y comprometerse con acciones sostenibles que preserven la vida en la Tierra. Cargar con nuestra cruz, en este sentido, es asumir la responsabilidad de proteger la naturaleza, reconociendo que el cuidado de la Creación es parte integral de nuestra fe y del seguimiento de Cristo, quien nos enseña a vivir en armonía con todo lo creado y a priorizar el bien común por encima de los intereses individuales.
A MODO DE CIERRE
En esta reflexión dominical, nos encontramos llamados a cuidar la Creación como una expresión de nuestra fe activa y comprometida. La Palabra de Dios nos invita a escuchar su voz con atención, a caminar en su presencia y a demostrar nuestra fe a través de obras concretas que protejan y restauren el medio ambiente. Al igual que somos desafiados a seguir a Cristo, llevando nuestra cruz, también somos invitados a renunciar a los hábitos que dañan la Tierra y a comprometernos con su cuidado, como parte esencial de nuestro seguimiento de Jesús. Tal como señala el Papa Francisco en Laudato Si’, “todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación” (14). Así, este compromiso con la Creación se convierte en un testimonio visible de nuestra fe en acción y una respuesta al llamado de Dios a cuidar nuestra casa común.
Por E. Marcial Riveros Tito