DOMINGO 24 DURANTE EL AÑO (CICLO B)
PRIMERA LECTURA: Is 50,5-9a. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban.
En este tercer cántico, el Siervo habla de sí mismo. Compara su lengua torpe con la de los grandes profetas del pueblo. Refiere después las vejaciones sufridas en el cumplimiento de su misión; él las asume con valor, convencido de que Dios le salvará. Vale la pena resaltar dos elementos del cántico; a) El Siervo lleva sobre sí los pecados del pueblo; b) Este sacrificio expiatorio permite al Siervo concertar con Dios una Alianza nueva, de alcance universal. En medio del sufrimiento experimenta la ayuda de Dios, quien le fortalece para resistir el dolor. Tras la Resurrección, la comunidad cristiana verá en este cántico el anuncio de la Pasión gloriosa de Jesucristo.
SEGUNDA LECTURA: St 2,14-18. La fe, si no va acompañada de las obras, está completamente muerta.
El texto sagrado desarrolla el tema de la relación íntima entre la fe y las obras. La fe, en abstracto, sin las obras es impensable. Por ello, Santiago explica a partir de ejemplos, el sentido de esta convicción (2,14-17). Al contrario, así como la fe es inseparable de las obras, también éstas son inseparables de la fe (2,18). Para Santiago la fe no es un compendio de dogmas, sino la adhesión personal a Cristo. Adhesión que lleva al creyente a asumir las mismas actitudes que su Maestro. Por ello, necesariamente la fe ha de traducirse en obras.
EVANGELIO: Mc 8,27-35. Tú eres el Mesías… El Hijo del hombre debe sufrir mucho.
El episodio de este domingo transcurre en Cesarea de Filipo, en los confines del Líbano, al pie de la cordillera del Hermón. En un ambiente de evaluación pastoral, Jesús pide a los suyos que se hagan eco de la fama de su Persona entre la gente. Éstos creen que es Juan el Bautista, que ha revivido; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. Pedro, portavoz de los Doce, va un paso más adelante y reconoce en Jesús al Mesías. Jesús apunta todavía hacia un nivel más profundo: no es el Mesías político, triunfalista, tal como estaba en boga en la mentalidad popular de la época, sino el Mesías- Siervo del cántico del Siervo (primera lectura). Hasta ahora los discípulos no han sabido captar la identidad de Jesús y, por eso, la reacción de Pedro, quien se revela ante el anuncio de Jesús (8,32b-33). Su confianza está todavía lejos de apoyarse en las manos de Dios. Aceptar a Jesús es aceptar su destino y las exigencias que comporta el Evangelio: negarse a sí mismo, cargar la cruz, perder la vida… para recuperarla en Cristo (8,34-35).
Preguntas de reflexión
¿Quién es Jesús para mí?
¿En qué términos yo creo realmente en Jesús?
Hoja dominical «Día del Señor»