Llamados a compartir la fraternidad con hombres y mujeres de otras religiones
El Dicasterio para el Diálogo Interreligioso hace un extracto de los textos del Informe de Síntesis “Una Iglesia sinodal en misión” de la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria referidos al diálogo interreligioso y su importancia en el proceso sinodal que está viviendo nuestra Iglesia.
Presentamos algunos extractos para profundizar esta temática:
El rostro de una Iglesia sinodal
“Puesto que la sinodalidad está ordenada a la misión, es necesario que más comunidades cristianas compartan la fraternidad con hombres y mujeres de otras religiones, de otras convicciones y culturas, evitando, por una parte, el riesgo de la auto-referencialidad y de la auto-conservación y, por otra, el de la pérdida de identidad. La lógica del diálogo, del recíproco aprender y de la mutua comunicación debe caracterizar el anuncio evangélico y el servicio a los pobres, el cuidado de la Casa común y la investigación teológica, convirtiéndose en el estilo pastoral de la Iglesia” (Informe de síntesis 2e).
Los pobres, protagonistas del camino de la Iglesia
“La acción en los campos de la educación, de la salud y de la asistencia social, sin ninguna discriminación ni exclusión de nadie, es un signo claro de una Iglesia que promueve la integración y la participación de los últimos al interior de ella misma y en la sociedad. Las organizaciones dedicadas a este campo son invitadas a considerarse expresión de la comunidad cristiana y a evitar un estilo impersonal de vivir la caridad. Se les solicita también que hagan red y se coordinen” (IS 4k).
Una Iglesia “de toda tribu, lengua, pueblo y nación”
“Las Iglesias viven en contextos cada vez más multiculturales y multireligiosos, en los que es esencial el empeño por el diálogo entre religión y cultura, así como con los grupos que constituyen la sociedad. Vivir la misión de la Iglesia en estos contextos requiere un estilo de presencia, servicio y anuncio que busca construir puentes, cultivar la comprensión recíproca y empeñarse en una evangelización que acompaña, escucha y aprende. En la Asamblea, ha salido varias veces la imagen del “quitarse las sandalias” para el encuentro con el otro, de igual a igual, como signo de humildad y de respeto a un espacio sagrado” (IS 5c).
“La Iglesia enseña la necesidad y anima la práctica del diálogo interreligioso como parte de la construcción de la comunión entre todos los pueblos. En un mundo de violencia y fragmentación, es cada vez más urgente un testimonio de la unidad de la humanidad, de su origen común y de su destino común, una solidaridad coordinada y fraterna hacia la justicia social, la paz, la reconciliación y el cuidado de la Casa común. La Iglesia es consciente de que el Espíritu puede hablar a través de la voz de hombres y mujeres de toda religión, convicción y cultura” (IS 5f).
“En un mundo en el que aumenta el número de migrantes y refugiados, al tiempo que se reduce la posibilidad de acogerlos, y en el que el extranjero es visto con una creciente sospecha, es oportuno que la Iglesia se empeñe con decisión en la educación a la cultura del diálogo y del encuentro, combatiendo el racismo y la xenofobia, en particular en los programas de formación pastoral. Es igualmente necesario comprometerse en programas de integración de migrantes” (IS 5p).