Algunos momentos de oración para la comunidad parroquial:
La celebración de la Eucaristía:
Estamos llamados a poder profundizar en el verdadero significado de la Eucaristía. Para poder vivir de manera plena esté gran misterio que requiere una disposición adecuada del corazón y de la mente cada vez que participamos de la Eucaristía.
La celebración dominical de la Eucaristía del Señor está el centro de la vida de la Iglesia (Cf. CEC 2177) y de la parroquia en cuanto que es «fuente y cumbre de toda la vida cristiana» (LG 11).
Que requiere: Prepararse bien a la santa Misa. Hacer bien el signo de la Cruz; Escuchar con atención la Palabra de Dios., Orar el Padrenuestro con atención, acoger a Jesús Eucaristía; «En el nombre del Señor, podemos ir en paz» (enviados, portadores de la paz y testigos de Jesús); Agradecimiento (detenernos para dar gracias por el don recibido en la Santa Comunión).
La Liturgia de la Horas
<<<Orad incesantemente» (1Tes 5,17): la oración pública de la Iglesia. La Liturgia de las Horas – llamada también Oficio Divino – constituye la oración pública de la Iglesia, que, a lo largo de los siglos, ha querido responder a la misión de «orar incesantemente».
La oración de la Liturgia de las Horas, siendo una celebración propia de la Iglesia, resplandece de plena luz cuando es recitada en la comunidad eclesial, reunida con su presbítero. Es de grande valor la invitación a proponer esta oración en la parroquia.
La Adoración Eucarística:
Cada comunidad encuentre los modos y tiempos más adecuados para realizar esta práctica que trae tantos frutos de santidad para la Iglesia:
a) Exposición del SS. Sacramento: es conveniente prepararse con recogimiento en silencio, conscientes de que pronto estaremos delante de Él, preparados para escuchar en la oración lo que quiere decirnos y para poner a sus pies nuestras peticiones.
b) Petición de perdón: una vez concluida la exposición, para disponer de la mejor manera el propio corazón, se puede dedicar un breve momento a una petición de perdón por los propios pecados.
c) Invocación al Espíritu Santo: siguiendo la enseñanza de San Pablo, también para la Adoración Eucarística, hagamos nuestra la invitación de invocar «al Espíritu de Dios para conocer lo que Dios nos ha donado» (1Cor 2,12).
d) Adoración en silencio: En este momento, podemos presentar al Señor las intenciones de oración particulares para dedicar la Adoración Eucarística: por ejemplo, por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, por los enfermos, por las familias, por el cuidado de la creación, por vivir como Iglesia en sinodalidad, entre otras.
e) Bendición Eucarística: Con la bendición eucarística, El se hace cercano a nosotros del modo más especial, involucrando a todos los presentes y atrayendo a todos hacia si. Este momento puede ser considerado el ápice del rito de adoración, la coronación de ese diálogo que se realizó en el silencio delante de Jesús y que, ahora, como un Sol que ilumina, infunde su calor en nuestra alma.
f) Reserva en el Sagrario: enriquecidos por el don recibido en la bendición, acompañamos la reserva de la Hostia consagrada en el tabernáculo con reverencia, poniéndonos de pie y, de ser posible, entonando un canto apropiado para despedir al Señor.
Fuente: «Enséñanoos a Orar»
Hoja Dominical «Día del Señor»