Este año dedicado a la Oración por el Papa Francisco, es un año de preparación al Jubileo del 2025, ofreciéndonos varias reflexiones sobre la importancia de la oración que debe estar presente en nuestro diario vivir, personal, familiar y comunitario, acentuando que “la oración es un diálogo intimo con el Creador, un diálogo que parte del corazón humano para alcanzar el «Corazón» de Dios y su misericordia capaz de transformar nuestra vida, ampliando, con su sencillez, la riqueza del magisterio de la Iglesia» (Papa Francisco – Catequesis sobre la Oración).
«Señor, enseñanos a orar»
Compartimos algunas reflexiones en base al texto publicado por el Dicasterio para la Evangelización «Enséñanos a Orar». La oración:
Busca ser una «invitación a intensificar la oración como diálogo personal con Dios, para reflexionar sobre la propia fe y el compromiso en el mundo actual, en los diferentes ámbitos en los que estamos llamados a vivir. (Enséñanos a Orar)
«Es el camino para entrar en contacto con la verdad más profunda de nosotros mismos, donde está presente la luz misma de Díos, como enseñaba san Agustin».
«Todo en la Iglesia nace en la oración, y todo crece gracias a la oración. Cuando el Enemigo, el Maligno, quiere combatir la Iglesia, lo hace primero tratando de secar sus fuentes, impidiéndole rezar. […] La oración es la que abre la puerta al Espiritu Santo, que es quien inspira para ir adelante. Los cambios en la Iglesia sin oración no son cambios de Iglesia, son cambios de grupo».
Es «brújula que orienta, la luz que ilumina el camino y la fuerza que sostiene en la peregrinación que conducirá a cruzar la Puerta Santa. A través de la oración, podremos Illegar con un corazón preparado para acoger los dones de gracia y de perdón que el Jubileo nos ofrecerá, en cuanto expresión viva de nuestra relación con Dios».
«¡No es una varita mágica!, no es una fórmula rigida que, si se repite correctamente, te da, como en un comercio, el producto solicitado; «en la oración, es Dios quien nos debe convertir, no somos nosotros quien debe convertir a Dios», lo que se debe ofrecer es la vida misma, incluso ¡nuestra miseria! Sólo así podremos experimentar la compasión de Dios, que como un Padre viene al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso».
4ta. página Hoja Dominical «Día del Señor»