En este Domingo Decimosexto, las lecturas nos invitan a reflexionar en clave ecológica sobre nuestra responsabilidad de cuidar la Creación, inspirados por las lecturas bíblicas, profundicemos:
PRIMERA LECTURA
La lectura del libro de Jeremías 23, 1-6 ofrece una exhortación poderosa que, interpretada de manera ecológica, nos anima a cuidar la Creación, donde los pastores que dispersan y pierden el rebaño representan a aquellos que, al descuidar y explotar irresponsablemente el medio ambiente, causan daño y destrucción. Dios promete reunir y restaurar a su pueblo en praderas fecundas, simbolizando la regeneración y conservación de la naturaleza. Este llamado divino resalta la importancia de liderar con justicia y responsabilidad ecológica, promoviendo la sostenibilidad y el bienestar de toda la Creación. Siguiendo el ejemplo del germen justo que practica la justicia y el derecho, estamos invitados a ser custodios responsables de la Tierra, asegurando que nuestras acciones favorezcan la vida y la armonía entre todos los seres.
SALMO RESPONSORIAL
El Salmo 22, 1-6, nos ofrece una profunda reflexión para animarnos a cuidar la Creación donde su antífona indica: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar” recordándonos la providencia divina que nos lleva a “verdes praderas” y “aguas tranquilas”, símbolos de la abundancia y belleza de la naturaleza que Dios nos ha dado para nuestro sustento y renovación. Estas imágenes nos llaman a ser pastores responsables de nuestra casa común, preservando y protegiendo estos dones divinos. Al atravesar “oscuras quebradas” con la confianza en la guía y protección de Dios, enfrentamos los desafíos ecológicos con esperanza y determinación. La imagen de la mesa preparada, la cabeza ungida y la copa rebosante nos recuerda la abundancia y generosidad de Dios, invitándonos a vivir en armonía con la naturaleza.
SEGUNDA LECTURA
La lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 2, 13-18, nos recuerda que, en Cristo, aquellos que estaban lejos han sido acercados, simbolizando la necesidad de derribar las barreras que nos separan del medio ambiente y de las comunidades afectadas por su deterioro. La paz que Cristo trae es integral, abarcando la reconciliación con Dios, con los demás y con la creación. Al abolir la enemistad y unificar en un solo cuerpo, somos llamados a reconocer nuestra responsabilidad compartida en el cuidado del planeta. La paz proclamada por Cristo nos insta a adoptar prácticas sostenibles y justas que protejan y restauren nuestro entorno natural, entendiendo que el bienestar de la humanidad está íntimamente unido al bienestar de la tierra. Así, vivimos en armonía con todas las criaturas de Dios, actuando como verdaderos cuidadores de la creación y promoviendo la justicia ecológica para las generaciones presentes y futuras.
EVANGELIO
La lectura del Evangelio según san Marcos 6, 30-34 indica que, Jesús, al invitar a los Apóstoles a retirarse a un lugar desierto para descansar, subraya la importancia de la conexión con la naturaleza para la renovación física y espiritual. En un mundo de ritmo frenético, este llamado nos recuerda la necesidad de momentos de calma en la creación para renovar nuestro compromiso de protegerla. La compasión de Jesús por la multitud, viéndolos como ovejas sin pastor, se extiende a nuestra relación con la naturaleza, que también necesita cuidados y guía. Así como las personas necesitan orientación y apoyo, la naturaleza requiere de nuestra atención y esfuerzo para ser preservada.
A MODO DE CIERRE
En el libro de Jeremías, Dios promete reunir y restaurar a su pueblo en praderas fecundas, simbolizando la regeneración de la naturaleza. El Salmo 22 nos recuerda la providencia divina que nos lleva a verdes praderas y aguas tranquilas, llamándonos a ser pastores responsables de nuestra casa común. San Pablo, en su carta a los Efesios, nos insta a derribar las barreras y vivir en paz con toda la creación, y el Evangelio de san Marcos, Jesús muestra compasión y cuidado por la multitud, invitándonos a hacer lo mismo con el medio ambiente. Inspirados por el Papa Francisco en Laudato Si’, “el cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato” (LS 36), comprometámonos a proteger y preservar la casa común que Dios nos ha confiado.
Por E. Marcial Riveros Tito