DOMINGO 12 DURANTE EL AÑO
Mensaje del libro de Job 38,1-11
La primera lectura de hoy nos habla de la tempestad, de las fuerzas de la naturaleza que a veces, se desatan y no hay nadie que las pueda contener. Sabemos que el libro de Job el creyente que se fía de Dios muchas veces no puede explicar por qué ocurren una serie de desgracias en el mundo. En el texto, Job es la persona que se asombra; porque, a pesar de que no se pueden explicar muchas cosas de las que pasan, sabe que Dios pone límites a la naturaleza de las cosas y a la naturaleza humana. Esto significa que como creaturas de Dios que debemos asombrados de dónde estamos y de lo que somos. En definitiva, nuestra vida está en las manos de Dios, aunque muchas veces queremos pedirle explicaciones de por qué ocurren las cosas, pero como Job no encontraremos otra respuesta que aceptar el poder de Dios frente a todo lo que existe. Esto significa que no debemos abrumarnos, sino saber que por encima de toda dificultad Dios nos espera con las manos abiertas.
Textos paralelos
Sal 118,22; Zac 1,16; Sal 148,2s; Bar 3,34; Zac 4,7; Sal 104,6-9; Job 7,12; Prov 8,29
Mensaje de la 2da carta a los Corintios 5,14-17
Este capítulo quinto de la carta es uno de los más bellos y persuasivos mensajes, porque san Pablo nos habla del amor de Cristo que ha sido derramado sobre nosotros. los vv. 14-17 son una reflexión cristológica centrada en la “teología de la cruz”. En el nos habla del amor de Cristo que llega hasta la muerte en cruz por la humanidad. Quizás lo más sorprendente es la afirmación “si uno a muerto por todos, todos por consiguiente han muerto”, el sentido es que la muerte de Jesús “por nosotros” nos hace morir al pecado, a la enemistad y al sinsentido de la vida, porque lo nuevo a comenzado.
Textos paralelos
Rom 6,4-11; Gal 2,20 | 17: Is 43,18s
Mensaje del Evangelio de san Marcos 4,35-41
El Evangelio narra el episodio de la travesía del lago de Galilea después que Jesús ha hablado a las personas en parábolas acerca del Reino de Dios. Es como si Jesús quisiera poner a prueba la fe de sus discípulos, porque a ellos les explica el sentido profundo de las parábolas. El lago de Galilea, en torno al cual se anuncia el evangelio, se convierte en el misterioso y tremendo símbolo de una tormenta, que como en el caso del profeta Jonás de la primera lectura, viene a aquilatar cosas importantes. Otras barcas les seguían, pero el texto se centra en la barca donde estaban Jesús y los discípulos. El mar de Galilea, a veces, es muy violenta por el viento. En la barca se pueden observar dos actitudes: la de Jesús que duerme tranquilo y la de los discípulos que están aterrados.
El pedido de los discípulos es desesperado, expresa una fe aun no madura: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Jesús, que duerme, invita a los atemorizados discípulos a descubrir, mas allá del silencio y de su aparente desinterés, la presencia de aquel que lo puede todo. La falta de fe de los discípulos consiste en haber pensado que los había abandonado a su destino. Jesús increpó al viento y el mar se calmó, acción que marca la victoria sobre el mal, y libera a sus discípulos del temor y de la muerte. El Maestro dirige ahora un reproche a sus discípulos, una amonestación que llega también a nosotros hoy: “Por qué son tan cobardes? ¿Todavía no tienen fe?” (v. 40).
Seguir a Jesús supone afrontar muchas adversidades, tormentas, donde a veces el miedo es más fuerte que la confianza. Jesús calma el mar con su Palabra y después reprocha a sus discípulos su falta de fe. Sin duda este reproche sería un toque de atención para la comunidad de san Marcos: en todo caso lo importante será siempre confiar en Él. Por tanto, la fe del discípulo debe ser fuerte y profunda para afrontar cualquier la tempestad.
Textos paralelos
Mt 8,18.23-27; Lc 8,22-25.
Colaborador: Javier Silva
Sección Animación Bíblica de la Pastoral
Área de Evangelización – CEB