En el contexto dominical, la Palabra de Dios nos revela el amor y el poder sanador de nuestro Señor Jesucristo, porque somos llamados a reflexionar, -desde una perspectiva ecológica- abarcar no solo nuestra relación con Dios y con nuestros semejantes, sino también con toda la Creación. A partir de las siguientes reflexiones, sigamos profundizando más elementos para el cuidado de la Creación:
PRIMERA LECTURA
El libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24 nos invita a reflexionar sobre el vínculo íntimo entre la creación y la voluntad de Dios. En estas palabras, vemos cómo Dios, como creador, establece un orden donde la vida y la justicia prevalecen, donde las criaturas del mundo, diseñadas por Él, son sanas y libres de cualquier veneno mortal, reflejando así el cuidado divino por la integridad y el equilibrio del entorno que nos rodea, insistiendo resaltar que la muerte y la corrupción no son parte del diseño original de Dios para la creación.
Desde una perspectiva ecológica, podemos entender que cuidar la creación es una responsabilidad porque al reconocer que todas las cosas fueron creadas por Dios y para que subsistan, entendemos nuestro papel como cuidadores de este regalo divino. La justicia y la preservación de la vida se entrelazan profundamente, llamándonos a proteger y restaurar la naturaleza como acto de obediencia y amor hacia Dios. Esto implica evitar la contaminación, promover prácticas ecológicas y respetar la diversidad biológica como expresiones concretas de nuestro compromiso con la vida y la justicia, valores que Dios mismo ha inscrito en el orden de su creación.
SALMO RESPONSORIAL
El Salmo 29, 2. 4-6. 11-12a. 13b nos invita a una profunda reflexión sobre la acción liberadora y restauradora de Dios en nuestras vidas. Al proclamar “Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste” reconocemos el poder divino que nos saca del abismo del sufrimiento y nos devuelve la vida, transformando el lamento en júbilo y la renovación de la alegría, nosotros, como custodios de la tierra, estamos llamados a proteger y restaurar la belleza y la armonía de nuestro entorno. Esto implica adoptar prácticas sostenibles, respetar la biodiversidad, y promover la justicia ambiental para asegurar que las generaciones futuras puedan también experimentar y celebrar la bondad del Creador.
SEGUNDA LECTURA
La lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 8, 7. 9. 13-15, nos invita a reflexionar sobre el principio de generosidad y solidaridad como fundamentos de nuestra responsabilidad hacia la Creación. El Apóstol exhorta a destacarse no solo en fe y elocuencia, sino también en generosidad, recordándoles el ejemplo supremo de Jesucristo quien, siendo rico, se hizo pobre por amor a nosotros, este acto de desprendimiento nos enseña que cuidar la Creación no se limita a una mera distribución equitativa de recursos materiales, sino que implica un compromiso profundo de compartir nuestros dones y recursos en beneficio de los demás y del medio ambiente.
EVANGELIO
La Buena Noticia según san Marcos 5, 21-43, nos presenta dos milagros de Jesús que revelan su poder sanador y restaurador. En primer lugar, la mujer enferma de hemorragias encuentra sanación al tocar el manto de Jesús, quien reconoce su fe y la salva. El segundo milagro, la resurrección de la hija de Jairo, enfatiza la compasión de Jesús hacia los que sufren, incluso más allá de las expectativas humanas. Este acto poderoso de devolver la vida a la niña muestra el dominio de Jesús sobre la muerte misma, invitando a una reflexión profunda sobre la vida y el valor de cada ser humano.
Desde una perspectiva ecológica, estos milagros nos recuerdan que el cuidado de la Creación va más allá de la conservación de los recursos naturales, implica también un compromiso con la sanación y restauración de las relaciones rotas, tanto con el entorno natural como con los más vulnerables de nuestra sociedad; así como Jesús restaura la salud física y espiritual de los enfermos, nosotros somos llamados a ser agentes de sanación y restauración en nuestro mundo, protegiendo la biodiversidad, promoviendo la equidad social y respondiendo a las necesidades de los demás.
A MODO DE CIERRE
Los mensajes de la liturgia de la Palabra, nos invitan a reconocer la importancia de cuidar y proteger nuestro entorno natural como un acto de justicia y gratitud hacia el Creador, quien nos llama a vivir en armonía con toda la creación, siendo custodios responsables de su bienestar y equilibrio, porque “la gravedad de la crisis ecológica nos exige a todos pensar en el bien común y avanzar en un camino de diálogo que requiere paciencia, ascesis y generosidad, recordando siempre que la realidad es superior a la idea” (LS 201); por eso, comprendemos que cuidar la creación es un acto de obediencia y amor, asegurando un legado de vida y esperanza para las futuras generaciones.
Por E. Marcial Riveros Tito