Todo ha culminado en la Pascua, pero todo está empezando: la Pascua es principio de una nueva creación; Pentecostés la prolonga en el tiempo por obra del Espíritu Santo. En Pentecostés nació la Iglesia. Las primeras notas de Ella las destacan los textos de la Palabra de Dios que hoy proclamamos:
- Dios habla todas las lenguas: El efecto que produce la Venida del Espíritu Santo sobre los discípulos deja atónitos a los oyentes: Todos siendo de diferentes lenguas (Hch 2,5-11a) «oyen hablar las maravillas de Dios» (Hch 2,11b). El Espíritu Santo posibilita que a cada uno llegue el Evangelio en su propia lengua. Nadie ha de renunciar a su identidad cultural para acoger, con gozo, el mensaje del Evangelio.
- El Espíritu hace que seamos un solo Cuerpo. No anula la diversidad. Lo que realiza es comunión entre todos aquellos que son diversos. «Hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu» (1Co 12,4).
- El Espíritu nos envía: Por la acción del Espíritu Santo, Cristo Resucitado nos envía: «Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes» (Jn 20,21). La unción del Espíritu Santo nos hace ser como Él, nos hace participar de su Misión.
- El Espíritu Santo para el perdón de los pecados: Para que aparezca la vida tiene que ser vencida la muerte. El don del Espíritu Santo se comunica como poder contra el pecado. Este es el poder que Jesucristo ha comunicado a sus discípulos y a los sucesores de los Doce. Los Doce pueden perdonar los pecados o retenerlos (Jn 20,22-23) porque participan de la Misión que Jesús recibió del Padre.
Por tanto, el Espíritu Santo está presente en la era vida y misión de la Iglesia.
Sin el Espíritu Santo: «Dios está lejos; Jesucristo está en el pasado; el Evangelio es letra muerta; la Iglesia, una simple organización; la autoridad, una dominación; la Misión es propaganda; el culto, una evocación; el obrar cristiano, una moral de esclavos.»
Con el Espíritu Santo: «Dios es nuestro Padre; Cristo Resucitado está aquí; el Evangelio es fuerza de vida; la Iglesia es comunión trinitaria; la autoridad es un servicio liberador; la Misión es un Pentecostés; la Liturgia es memorial y anticipación; el obrar humano está santificado.» (Patriarca Ignacios Ecles Hazim)
El Espíritu Santo crea unidad en la diversidad
- Todos se llenan del Espíritu Santo y comienzan a hablar en diferentes lenguas.
- El don particular recibido, “lenguas de fuego se posan sobre cada uno”, les pone en comunicación con los otros.
- Los discípulos anuncian con valentía el Evangelio en todos los idiomas, a todos los pueblos.
- Se forma una nueva comunidad, un nuevo pueblo, diverso, en el que todos pueden ser escuchados y comprendidos: “¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua?”
- El Espíritu Santo no uniformiza, reúne en la diferencia.
Hoja Dominical «Día del Señor»