El lunes 8 de abril el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, a la cabeza de su Prefecto Víctor Manuel Cardenal Fernández, presenta la Declaración Dignitas Infinita, sobre la dignidad humana. Esta Declaración, preparada durante cinco años, refleja los principios fundamentales y los supuestos teóricos sobre la dignidad humana.
Consta de cuatro capítulos; en el primero se expone la conciencia progresiva de la centralidad de la dignidad humana partiendo de un fundamento bíblico, su desarrollo en el pensamiento cristiano y su comprensión en los tiempos actuales. El segundo fundamenta el por qué la Iglesia anuncia, promueve y se hace garante de la dignidad humana en su condición de imagen de Dios indeleble, cómo Cristo eleva la dignidad del hombre, en su vocación a la plenitud de la dignidad y cómo ésta depende de su decisión libre y responsable de expresarla y manifestarla en plenitud o empañarla.
El tercer capítulo desarrolla la dignidad como fundamento de los derechos y los deberes humanos recordando que la Declaración de los Derechos Humanos es la referencia más cercana al principio dela dignidad inalienable de la persona, sin embargo, recuerda algunos principios que deben respetarse: el respeto incondicionado de la dignidad humana, una referencia objetiva para la libertad humana, su estructura relacional y la liberación del ser humano de condicionamientos morales y sociales.
Finalmente, el cuarto desarrolla un elenco de algunas violaciones graves de la dignidad humana: el drama de la pobreza, la guerra, el trabajo de los emigrantes, la trata de personas, los abusos sexuales, las violencias contra las mujeres, el aborto, la maternidad subrogada, la eutanasia y el suicidio asistido, el descarte de las personas con discapacidad, la teoría de género, el cambio de sexo y la violencia digital.
En cuanto a la guerra la Iglesia nuevamente se pronuncia para afirmar que la guerra no puede fundamentarse sobre convicciones religiosas y que existe una íntima relación entre fe y dignidad humana: “quien invoca el nombre de Dios para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra, no sigue el camino de Dios: la guerra en nombre de la religión es una guerra contra la religión misma” (Papa Francisco, Discurso en la Jornada mundial de Oración por la Paz, 2016).