DOMINGO 5 DURANTE EL AÑO
Mensaje del libro de Job 7, 1-4. 6-7
El texto plantea crudamente el problema de la existencia humana y de sus sufrimientos. El pasaje, nos pone en relación con una persona que reacciona de forma violenta cuando está en un nivel grande de sufrimiento, tanto que se rebela ásperamente contra lo injusto de su situación, y se queja amargamente de su condición humana. Para esta persona no sólo el día es difícil; la noche se constituye en una pesadilla, que concluye reconociendo que la vida no es más que un soplo y llega la muerte. Job, a pesar de que sabe que no puede resolver su situación de sufrimiento físico no se desespera. Y que, pese a todas las dificultades, sabe que puede encontrar a Dios que no se ha olvidado de él.
Textos paralelos
Ecl 2,25; Eclo 30,17; Sal 78,39; 89,48
Mensaje de la 1ra Carta a los Corintios 9, 16-19. 22-23
El apóstol expone las razones profundas de su accionar, se dedica al apostolado no por una cuestión personal, sino por una fuerza interior, que el Señor le ha dado y que Él aceptó con libertad. Como los profetas no puede renunciar a transmitir la Palabra de Dios porque es Él quien lo ha elegido, y porque predicar el Evangelio significa para el Apóstol constituirse en el servidor de todos.
Por lo tanto, predicar el evangelio no es enseñar una doctrina, es ante todo comunicar a los otros de tal manera, que se establezca el contacto íntimo entre los que reciben la Palabra con el Señor. Para llevar adelante esta tarea san Pablo ha dispuesto ponerse plenamente al servicio de todos. Se ha propuesto vivir para los demás, lo que le ha llevado a vivir y hacerse semejante a ellos, por lo que no es un maestro que permanece al margen o por encima de aquellos a quienes da a conocer el Evangelio, al contrario, enseña con su vida y lo hace no por merecer un premio, sino porque no puede guardarse el tesoro de la Palabra para sí mismo, sino el de comunicarlo gratuitamente a los demás.
Textos paralelos
Hch 4,20; 9,15s; 22,14s; 26,16-18; Gal 4,4s
Mensaje del Evangelio de san Marcos 1, 29-39
El Evangelio de hoy está compuesto por tres pequeñas perícopas (w. 29-31; 32-34; 35-39), que a su vez se enmarcan en dos escenarios: por una parte, está el interior de una casa, la vivienda de la suegra de Pedro; por otra, el desierto lugar preferente de oración de Jesús.
vv. 29-31. Después del exorcismo realizado en la sinagoga, Jesús se dirige con los cuatro discípulos, a la casa de Simón y de Andrés. La casa tiene una importancia especial en Marcos, ya que será el lugar de estancia de Jesús y de los discípulos, y el escenario de su actuación. Es además el lugar donde enseña a los discípulos (7, 17; 9, 28.33; 10, 9). En este sentido será en la casa de Simón donde Jesús realiza la primera curación de una enferma y los discípulos serán testigos de esta acción. El texto relata que la suegra de Simón, está enferma de fiebre y se encontraba postrada en cama.
La curación se lleva a cabo mediante el gesto de tomar de la mano y el levantar, en consecuencia, de Jesús fluye la fuerza curativa. En esta curación Jesús no se sirve de palabra alguna ni pronuncia una oración, lo que queda claro en esta ocasión es que Jesús cura mediante la fuerza que posee (“Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. La fiebre le desapareció” (v. 31). Para san Marcos, la enfermedad y la muerte son la manifestación del dominio del mal y toda curación es una victoria mesiánica contra estas fuerzas, y son a la vez un anticipo de la resurrección (“la levantó”). Por último, san Marcos muestra a la suegra de Pedro, que, liberada de la fiebre, se levanta para servir a Jesús y a los discípulos. Esta actitud muestra que la mujer está completamente curada, y el termino para servir es aquí, el de “diakonia” lo que significa que todo seguidor de Jesús tiene que mostrar esta característica, el de servir. (“les servía” v. 31).
vv. 32-34. Según la ley judía sobre el sábado, todo trabajo estaba prohibido, también las distancias que podían caminar estaban determinadas, con la puesta del sol empezaba un nuevo día. Con ello se ponía fin al descanso del sábado, que prohibía el transporte de cualquier tipo de carga. Entonces son llevados a Jesús “todos” los enfermos y los endemoniados del entorno. La popularidad de Jesús se ha extendido tan deprisa después de haber realizado el exorcismo en la sinagoga, que una gran aglomeración se produce ante la casa de Pedro, donde se encuentra Jesús. Junto a los enfermos son nombrados expresamente los posesos, con quienes se repite lo hecho en la sinagoga (v. 25). Jesús, con su palabra llena de autoridad, ordena a los demonios silencio absoluto sobre su persona, porque ellos “sabían quién era”
vv. 36-39. Una vez más encontramos una mención de tiempo, cuando aún es de noche Jesús sale de la casa de Simón para orar en un lugar solitario. Pero la gente se presenta de nuevo al amanecer, de modo que los discípulos van a buscarlo y le dicen que: “todos te buscan”. Pero el Señor no puede quedarse en un solo lugar, porque Él ha sido enviado por el Padre para anunciar por todas partes el mensaje de salvación, no para quedarse en un solo lugar. Así Jesús hace referencia sobre cuál es su misión, “Vámonos de aquí a los pueblos vecinos”, y que su actuar, está íntimamente unido a la voluntad de su Padre: enviado por Él, ha “venido” a buscar lo que estaba perdido (Lc 19,10), a llamar a los pecadores (Mc 2,17), a dar su vida como rescate por muchos (Mc 10,45). Jesús predica por toda Galilea, sobre todo en las sinagogas, expulsando demonios porque ellos saben que ha venido a derrotarlos y a acabar con su poderío sobre los seres humanos: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios” (Mc 1,24).
Textos paralelos
Mt 8,14s; Lc 4,38s | 31: Mc 5,41; Mt 8,16; Lc 4,40s; Mt 14,23 par; 26,36; Lc 3,21; 4,42-44.
Por: Javier Silva Aparicio
Responsable de la Sección de Animación Bíblica
Área de Evangelización – CEB