4° DOMINGO DURANTE EL AÑO
Mensaje del libro del Deuteronomio 18, 15-20
En la primera lectura, Moisés se da a conocer como el modelo, que va a ayudar a identificar al profeta que ha de venir enviado por Dios. El texto trae a la memoria el momento cuando Moisés en el Sinaí recibió la promesa del profeta que había de venir: «Háblanos tú y te escucharemos; pero que no nos hable Dios, para que no muramos» (Ex 20, 18). El Señor respondió: Suscitaré un profeta, como tú. Pondré mis palabras en su boca.
Ese pedido del pueblo es escuchado por Dios, por lo que en adelante hablará solo por medio de Moisés como mediador y luego lo hará a través de los profetas, quienes estarán siempre al servicio de Dios y al servicio del pueblo. La elección la hace Dios y su manera de elegir resulta muchas veces desconcertante para el ser humano. La función de este profeta será que Dios pondrá sus palabras en su boca, y él dirá todo lo que Dios le ordene. Por consiguiente, habrá que escucharle, y no hacerlo es como negarse a escuchar a Dios mismo, por otra parte, el profeta ha de decir exactamente las palabras que el Señor le ponen en la boca, y no debe traicionar a su misión.
El libro del Deuteronomio destaca así dos responsabilidades: la del profeta que debe anunciar todas y solas las palabras que reciba de Dios; y la del pueblo que debe escuchar la palabra del profeta como mensaje de Dios
Textos paralelos
Núm 12,6; Mt 17,5; Éx 4,12; Jn 1,21; 12,49s; Hch 3,22s; 7,37; Dt 13,1-6; Jer 14,14-16.
Mensaje de la 1ra carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 7,32-35.
Ante la inminente venida del Señor, el Apóstol quiere iluminar las diferentes situaciones humanas y los estados de la vida. En versículos anteriores se ha referido a los viudos y a los solteros (v. 8) y les ha recomendado que sigan su ejemplo y no se casen para que sirvan mejor al Señor; sin embargo, no les ha impuesto ninguna norma, respetando así su libertad de elegir. Desde la misma perspectiva escatológica, se dirige a las mujeres que todavía no han contraído matrimonio. San Pablo confiesa abiertamente que «respecto a la virginidad» no tiene ningún mandato del Señor, pero se anima a dar un consejo personal, consciente de que él es «digno de crédito por la misericordia de Dios» (v. 25b.): Teniendo en cuenta la premura del tiempo, la venida del Señor que está próximo y sabiendo que la apariencia del mundo pasa, les exhorta a que permanezcan como están (v. 26b); es decir, que los casados no busquen la separación y los solteros el matrimonio. Porque lo importante en esta situación es que todos se mantengan alejados de preocupaciones y pongan su tiempo en atender los asuntos del Señor que esta pronto a llegar.
Textos paralelos
2 Cor 6,8-10; 1 Jn 2,16s
Mensaje del Evangelio según San Marcos 1,21-28
La escena se centra en el pueblo de Cafarnaúm, que es el lugar que el Señor elige para iniciar su actividad misionera. Luego de haber llamado a sus primeros discípulos a orillas del mar de Galilea, Jesús empieza su ministerio asistiendo en día sábado a la sinagoga, que era el lugar donde los judíos acudían para participar del culto, la oración y el estudio de las Escrituras, por lo que cada sábado acudía bastante gente a este lugar. Y es precisamente en la sinagoga de Cafarnaúm donde Jesús se pone a enseñar.
Lo que destaca de la enseñanza de Jesús, es que provoca en sus oyentes una reacción de asombro, porque lo hacía con autoridad, autoridad que sin duda le viene de parte de Dios (Mc 1,14), y no como los escribas, quienes eran los encargados de interpretar las escrituras y explicarlas al pueblo. Jesús con su nueva forma de enseñanza deja ver que es el profeta prometido que se menciona en la 1° lectura “pondré mis palabras en tu boca”. En el Evangelio de san Juan encontramos varias referencias, donde se menciona que Cristo enseña la voluntad del Padre: «EI que Dios envió habla las Palabras de Dios» (Jn 3, 34). “Ha venido a hacer la voluntad del que le envió” (Jn 4, 34). Hace referencia a la voluntad del que le envió (Jn 5, 30). Su doctrina es la del que le envió (Jn 7, 16). “Jesús es el profeta prometido por boca de Moisés, en cuyos labios Dios ha puesto sus palabras” (Jn 14, 10; 12, 49). Esta autoridad que le viene de Dios es lo que caracteriza el Evangelio de hoy, por ello san Marcos le da el realce necesario al ponerla al comienzo de su Evangelio: “enseñaba con autoridad” (1,22) y al final del mismo: “Es una enseñanza nueva, con autoridad” (1,27). Esta forma de enseñanza que rompe con todo lo establecido hasta ese momento, de hecho, san Juan nos transmite que las autoridades judías mandan a unos guardias a arrestar a Jesús, para sorpresa de las autoridades no lo hacen porque habían escuchado al Maestro y afirmaban que nadie había hablado jamás así (Jn 7, 32. 46). Sus palabras brotaban de una experiencia profunda con el Padre.
A la autoridad de la enseñanza del Maestro se añade el poder de liberar del mal, porque las palabras dichas por Jesús provocan la reacción violenta de un hombre que estaba poseído por un espíritu inmundo. Acto que provoca un gran impacto en la gente, que exclaman admirados: “¡Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen! (Mc 1,27), estos a su vez lo reconocen como el Santo de Dios y su fama se extendió por toda la región de Galilea.
Textos paralelos
Lc 4,31-37; Mt 8,29; Mt 8,29; Mc 4,41; Mt 8,14s; Lc 4,38s
Por: Javier Silva Aparicio
Responsable de la Sección de Animación Bíblica
Área de Evangelización – CEB