CAMINANDO JUNTOS HACIA EL REINO
Hoy, Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, termina el Año Litúrgico, ciclo A, cuya centralidad está en el Evangelio de Mateo. El próximo domingo iniciamos Adviento y un nuevo Año Litúrgico, ciclo B, centrado en el Evangelio de Marcos.
En este tiempo eclesial especial, el kairós de la Sinodalidad, reflexionemos nuestro caminar en y hacia el Reino que proclama Jesucristo.
- Dios es el fundamento del Reino, de Él arranca, hacia Él va y se realiza en Su voluntad.
- Jesús es el peregrino que proclama la buena noticia del Reino de Dios, anunciando “el camino de Dios” (Lc 20,21). Jesús es el Rey que está presente como un tierno pastor que cuida a su rebaño: ¡Aquí estoy yo! (Ez 34,11).
- El Espíritu Santo guía al Pueblo de Dios en su camino hacia el Reino (Lumen Gentium 5).
- El Reino de Dios pertenece al Padre y a Él le será entregado, por Jesucristo, al final de los tiempos (1 Co 15,24).
- El Reino de Dios se encarna en la historia de los pueblos, en su caminar cotidiano, vive en la historia concreta de cada pueblo y en cada momento histórico.
- El Reino es la concreción del amor de Dios, un amor que construye, que levanta, que acoge, que escucha, que “ensancha el espacio de su tienda” (Is 54,2) para que entren todos.
- El Reino de Dios es una invitación a toda la humanidad a “habitar en la Casa del Señor por muy largo tiempo” (Sal 22,6).
- El Reino nos exige caminar juntos, como un cuerpo “bien ajustado y unido” (Ef 4,16) en Cristo.
- Su Ley es el amor, y esa es la medida con la que seremos juzgados (Mt 25,31-46): “Y en la tarde de tu vida te examinarán sobre el amor” (San Juan de la Cruz).
- Nuestra participación en el Reino debe ser como la del buen samaritano (Lc 10,25-37), que dejándolo todo se hizo cargo de la vida del descartado al borde del camino.
“Y su Reino no tendrá fin” (Credo Niceno constantinopolitano).
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David!
“Pidamos a la Virgen María que nos enseñe a reinar en el servir. Nuestra Señora, asunta al Cielo, recibió la corona real de su Hijo, porque lo siguió fielmente —es la primera discípula— en el camino del Amor. Aprendamos de ella a entrar desde ahora en el Reino de Dios, por la puerta del servicio humilde y generoso”. (Papa Francisco, Ángelus, 2020).
Hoja Dominical «Día del Señor»
Domingo 34 durante el año