38° JORNADA ORACIÓN POR LOS RELIGIOSOS Y RELIGIOSAS DE CLAUSURA
Es una ocasión particularmente oportuna para dar gracias al Señor por el don de tantas personas que, en los monasterios, se dedican totalmente a Dios en la oración y en el silencio. Dios es el único apoyo que nunca tambalea, roca inquebrantable. Los monasterios de vida contemplativa se presentan como «oasis» en los que el hombre, peregrino en la tierra, puede recurrir a los manantiales del Espíritu y saciar la sed en medio del camino. Demos gracias al Señor, que, en su providencia, ha querido que haya comunidades de clausura, masculinas y femeninas.
En Bolivia hay varios monasterios o conventos de clausura que albergan a las religiosas, la mayoría de la tercera edad, que subsisten con los ingresos que tienen por la venta de sus manualidades, ornamentos, mermeladas, vinos y hostias. Son hermanas que optaron por la vida religiosa contemplativa y de oración.
En el mundo hay monasterios de clausura masculinos y femeninos, rezan, se sacrifican y aman. Y es aquí donde radica su riqueza, su inmensa riqueza y valor. La oración de las monjas de clausura es como el corazón que bombea la sangre a todas partes del cuerpo. Su presencia silenciosa y orante da vida a la Iglesia y además es un consuelo constante a Cristo.
Arrancan de Dios a base de mucha oración, de mucho contacto con él, de sacrificios, enormes sacrificios, esas gracias que necesitamos todos. En medio de una vida de oración, de silencio, de recogimiento, de trabajo manual y físico, de penitencias corporales,… estas almas van adentrándose en el corazón de Dios y gracias a ese intimidad con Él, van haciendo de este mundo un mundo más humano y más de Dios.
Con información de catholic.net