¿Cristo viene en los signos del poder, del egoísmo? ¿Cuál es el “aceite» que necesitamos para recibir su llegada?
Reaparece aquí el Señor de la parábola de los talentos, dura y severa en su justicia. Por no actuar con inteligencia, las jóvenes no acuden al llamamiento. En realidad, la parábola nos afecta a todos nosotros.
Como discípulos misioneros de Jesucristo estamos llamados a tener una vida coherente: con obras y palabras hemos de anunciar el mensaje del Evangelio en todo tiempo y lugar. Esta es la manera vigilante e inteligente para acoger al Señor que un día volverá.
¡VIGlLANTES! E invitados a tener una vida de fidelidad al don recibido y de servicio a los demás, especialmente a los arrinconados y despreciados.
¡ATENTOS! A la construcción del Reino, donde no existe la neutralidad, porque todos estamos comprometidos a ser luz y sal en todo momento y circunstancia.
¡EN ESPERA! Y escucha de la Palabra de Dios, quien se manifiesta en los acontecimientos de todos los días.
La voz del Señor nos sigue llamando como discípulos misioneros y nos interpela a orientar toda nuestra vida desde la realidad transformadora del Reino de Dios que se hace presente en Jesús. Acogemos con mucha alegría esta buena noticia. Dios amor es Padre de todos los hombres y mujeres de todos los pueblos y razas. Jesucristo es el Reino de Dios que procura desplegar toda su fuerza transformadora en nuestra Iglesia y en nuestras sociedades. (cfr DA 382)
Hoja Dominical «Día del Señor»
Domingo 32 durante el Año